12. EL GRAN BENEDICTT BLACK

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Ariana

Vaneshvill ha entrado en una de las épocas más esperadas por sus habitantes, las elecciones para el nuevo alcalde. Fiestas es lo que define esta época, cada candidato realiza sus respectivas celebraciones, más que nada para comprar el voto del pueblo.

Estos días que siempre me daban dolor de cabeza. Mis padres son de los más influyentes en el pueblo, somos de las únicas tres familias en Vaneshvill que financia campañas y a su vez la alcaldía, solo si nuestro candidato gana. Tengo susurrandome al oído al menos cinco familias que convenza a mis padres de que su candidato sea el nuestro, y mi querido novio no era la excepción.

Estábamos en clase de historia y Miller no dejaba de hablarme sobre la candidatura de su padre. No sé si era por el tema de la campaña que estaba tan raro últimamente que lo notaba un poco paranoico, dónde sea que fuéramos miraba a todos lados, parecía que temiers que alguien lo siguiera, o tal vez solo eran las drogas.

-Ariana mi padre tiene un plan de desarrollo para el pueblo que beneficiará a todos, desde los más ricos hasta los más pobres.- Lo calle con mi dedo en ese instante.

-Basta, sin ofenderte cariño, pero no apoyaré a un tipo como Benedictt Black para que sea nuestro alcalde.- Agarro mi mano y me unió más a él, ya teníamos varias miradas sobre nosotros. -Miller relajate.

-Una reunion, solo te pido una reunión con tus padres. -Suplico.

-Tienen un montón de candidatos, no lo aceptaran. -Lo cierto era que simplemente no les agradaba Benedictt, solo lo aceptaban por ser el padre de mi novio.

-Al menos convencelos de ir y escuchar el discurso que tiene para anunciar su campaña y postulación. -Apreto mi mano aún más.

-Disculpe señorita Ariana, ¿La estoy interrumpiendo con mi clase? -Pregunto el profesor Matthews, quien estaba al lado nuestro, cosas que no me di cuenta por estar prestándole atención al intenso a mi lado.

-Disculpe profesor, por favor siga. -No se si solo yo lo noté, pero me dió una mirada de arriba a abajo, me dió escalofríos. Camille me miraba desde el otro lado del salón, cuando la mire volteo de nuevo hacia el pizarrón.

-Si la señorita lo pide así será.- Su comentario hizo que me sientiera un tanto incómoda pero decidí ignorarlo. Puse de nuevo mi mirada en Miller.

-¿Dónde dará el discurso?.-Una sonrisa de victoria aparecio en su rostro.

-Esta tarde, en el parque, justo al lado de la iglesia.-Sono el timbre que daba fin a las clases, Miller cogió mi mano y la lleno de besos a lo que rei.- Eres increíble, te veré ahí con tus padres. -Recogio sus cosas y salio del aula apurado, supongo que irá a avisarle al idiota de su padre.

Camille aún seguía sentada, por lo que me acerque a ella. -Hey, ¿Por qué estás todavía acá?. -A lo que se sobresalto.

-Dios Ariana, casi me matas de un susto. -Algo había cambiado en ella desde que llegué, su mirada ya no era la misma, como si la estuvieran apagando. -Solo espero a alguien.

-¿Se puede saber quién es el afortunado?.- Trate de bromear pero ni eso funcionó, percibí miedo de su parte.

-Como crees, no es nadie en particular. -Sonrio.

-¿Te pasa algo Camille? Soy tu mejor amiga, sabes que puedes confiar en mi.-Me arrodille frente a ella. -Si alguien te está haciendo daño. -Me interrumpio enseguida.

-Para. -No entendía por qué se comportaba de esa manera.- No trates de hacer lo mismo que mi hermano, es mi vida, por favor no te metas en ella. -Dicho eso se levantó de su puesto y salió dejándome allí sola. Esto solo me confirmó que el cambio en la actitud de Camille se debía a un quién y no a un qué.

Si las mentiras fueran personas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora