19. LA NOCHE MÁS FELIZ

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Ariana

Un año y tres meses atrás

Hace unos días fue mi cumpleaños número diecisiete. Cuando era más pequeña tenía el pensamiento de que a medida que fuera creciendo vería el mundo de una manera más positiva. ¿Cambio en algo? Absolutamente no.

Mis padres cada vez que cumplía años celebraban una fiesta en la cual invitaban a todos los conocidos que tuvieran no solo relevancia y estatus en el pueblo, buscaban a quienes tuvieran eso por toda Inglaterra.

Así que acá me encuentro, sentada en una esquina de mi extravagante fiesta, la música está a todo volumen, la decoración es hermosa, todo es rosado con azul y hay un montón de personas en la pista de baile, y no conozco ni a la mitad. Pero rescato que me veo muy linda está noche, llevo un vestido corto de color rosado y una tiara. Se lo que están pensando, "eres una chica muy desagradecida Ariana" y tal vez lo soy, esos cinco años del orfanato perduran día tras día en mi mente.

Mi fiesta es todo un éxito y en todo lo que estoy pensando es en dónde está Mamá. ¿Acaso recuerda el cumpleaños de su hija? ¿Se acuerda de mi existencia?.

Mis padres han hecho tan bien como han podído su trabajo como figuras parentales, pero no puedo evitar preguntarme ¿En qué lugar del mundo hay un hombre que sea mi padre realmente? ¿Tiene idea de que tuvo una hija? ¿O tal vez abandono a la mujer que embarazo antes de que diera a luz?

Estaba tan inmersa en mis pensamientos hasta que Camille me saca de ellos.

-Es tu fiesta, ¿Que haces ahí sentada?.- Me agarró de los brazos para levantarme.- Ven, vamos a bailar, no todos los días se cumplen diecisiete años.

-Tienes razón, disfrutemos, porque lo tenemos todo ¿No es así?.- Asiente emocionada y yo intento darle mi mejor sonrisa.

Nos dirigimos a la pista de baile, dónde se encuentran Luke y André bailando de una manera eufórica. Las luces de la fiesta estaban en un tono azul con rosado. Decido no pensar más, así que bailo de la misma manera que ellos.

Salto y salto, esperando distraerme de lo horrible que me siento en mi cumpleaños.

Miro a mis amigos, esperando sentir un hogar en ellos.

Luego miro a mis padres, preguntándome si algún día me sacaré de la cabeza la idea de que nunca serán los verdaderos.

Entonces muevo todo mi cuerpo, y me abrazo a mi misma, esperando sentir consuelo por el vacío en el que me he encontrado desde que tengo memoria.

Me muevo tanto que mis pies duelen.

Bailo y bailo hasta cansarme, esperando olvidar algún día los primeros cinco años de mi vida.

-Lo siento, estoy muy cansada.- Le dije a Camille.- Creo que me iré a mi habitación.-La fiesta era en la mansión Wayne, por lo que podía irme y esconderme en cualquier rincón.

-¿Que? No puedo dejarte ir, eres mi mejor amiga. ¡Es tu cumpleaños!.- Tuvo casi que gritar debido a la música tan alta.

-¡No quiero estar acá! ¡Odio esta fiesta y lo que significa para mi!.- Le dije con una sonrisa acompañada de una risa que me salió.

Me miro con una expresión que rara vez notaba en ella.

-Ari.- Su voz salió baja.- No sabes cuánto deseo que algún día te des cuenta de lo que tienes.-Lagrimas amenazaban con salir por mis ojos.- Sabes, y no me refiero a lo material. ¡Deja de buscar una familia que ya tienes! ¡El día que comprendas eso, entenderás por qué no eres feliz!

-¡Nunca lo entenderías!- Respondi ante su comentario, porque lo admito, dolió, porque era verdad.

-Claro que lo entiendo. ¿Acaso sabes cuánto odio a mi familia? ¿Sabes cuánto deseo haber nacido sin los padres que tengo?.- Camille nunca se quejaba, nunca hablaba mal de su familia, hasta si podía los defendía. Jamás hablaba de lo que sentía, pero sorprendentemente esta noche lo estaba haciendo.- Daría toda mi fortuna por no ser hija de Benedictt y Cassandra Black.

Si las mentiras fueran personas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora