28. EL LAGO VALLEY

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Ariana

Mi madre...por fin la conocía

Todos estos años me imaginaba cómo sería cuando me viniera a buscar. Seguramente la abrazaría en cuánto la conociera. Estaría feliz de por fin estar con ella. Entonces haríamos cosas de madre e hija que se hacen normalmente, saldríamos de compras, le contaría mis amoríos de la escuela, y ella los de su trabajo. Dejaría atrás todos los años que se ausento, porque estaba segura de que la perdonaría.

-¡Eres una basura!- Le grite dándole la espalda y caminando hasta mi habitación.

-Ariana, espera, tenemos que hablar de esto.- Mis pasos se incrementaron hasta que llegue a mi habitación y cerré la puerta con fuerza pero alcanzó a detenerla entrando detrás mío.- Déjame siquiera hablar contigo.

-¿De que quieres hablar exactamente? ¿De cómo me dejaste tirada en un orfanato? ¿O sobre cómo en dieciséis años jamás me buscaste?

-Estaba internada en ese psiquiatríco, no podía buscarte.- Refuto. Me desagradaba ver cuánto me parecía físicamente a ella.- Pero que no te quepa la menor duda que durante todo este tiempo no he hecho otra cosa más que pensarte, y por eso estoy acá. Pude haber escapado cuándo tu novio fue por mi, pero no lo hice.

-Vete a la mierda, no te agradeceré por estar acá.

-Y no tienes por qué. Solo te pido una oportunidad Ariana, solo una.- No podía parar de mirarla, era la vive imágen de Amelia.

-¡¿Por qué me dejaste?!- Pregunté enojada.

-Yo, era muy joven, no sabía lo que hacía.

-Ay por favor, no me vengas con esa excusa sacada del bolsillo.- Restregue mi cara con mis manos.- Mierda, todos estos años esperando una respuesta sobre por qué me abandonaste y tú me das la más estúpida posible, era joven era joven, maldita egoísta.

-No fue fácil Ariana, dejarte me dejó un vacío enorme.- Me acerque hasta ella.

-Abajo está la puerta, puedes irte. Al fin y al cabo sabes hacer muy bien eso.- Me pare en la puerta de mi habitación antes de salir.- ¿Sabes algo Amelia? En estos años aprendí algo muy importante que me daba miedo aceptar, pero tú lo terminaste de confirmar con tu llegada.

-Y ¿Eso qué es?- Preguntó. Solo pude mirarla con decepción.

-Que no necesito una madre.- Salí de la habitación hecha un remolino de emociones.

Me dirigí hasta el jardín. Vi hacia mis lados asegurándome de que no hubiera nadie viéndome, entonces me senté, y lloré como nunca lo había hecho.

Es una Wayne

Escuché decirlo detrás mío. Estaba en shock, ¿Cómo se enteró? Me gire para verlo.

-Miller.- Fueron las únicas palabras que pude decirle.

-Pero que mierda, lo sabías ¿No es cierto?

-Dejame explicarte, pero no acá.- Resopló.- Te lo pido, vamos al avión y te explicaré todo.

Paso por mi lado sin responder, lo tome como un si. Nos subimos en la camioneta yendo hacia el aeródromo. Ambos estábamos en silencio. Mi corazón seguía latiendo con rapidez, se suponía que jamás se enteraría nadie de ese secreto. Llegamos, me despedí del abuelo y subí al avión junto con mis padres y Miller.Me quedé en silencio hasta que despegó.

-¿Y bien? ¿Por qué me lo ocultaste?- Miller, si tan solo pudiera decirte por qué.

-Es complicado.- Era mucho más que eso. Note por el rabillo del ojo como mi padre Owen nos observaba, cosa que ignore por completo.

Si las mentiras fueran personas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora