Los siguientes días fueron pasando así. Se entremezclaban entre ellos y no sabía cuánto tiempo llevaba en esta habitación. Solo me desataban para ir al baño, pero nunca sin escolta. Adiós a la privacidad. Me hacían preguntas que casi nunca sabía responder, me cortaban, no solo en los brazos, ahora también en las piernas, barriga y espalda. Si no hacían eso, me daban una paliza, todo esto cuando no decía algo que satisficiera su curiosidad. Pero siempre me curaban y vuelta a empezar.
Se había vuelto una tediosa rutina, y a pesar de la inexistencia de relojes, ventanas o de cualquier cosa que marcara el paso del tiempo, empecé a hacerme una idea de cuando pasaba cada cosa y de cuanto quedaba para que pasara la siguiente.
Por ejemplo, las sesiones de interrogación ocupaban la mayor parte del día, y sucedían una o dos veces con un interludio de unas dos o tres horas según mis cálculos. Después, el resto de la tarde, estaba sola o si tenía suerte, Nowen venía a visitarme, pero cada vez lo hacía menos.
No es que me cayera bien, de hecho a veces tenía que reprimir las ganas de saltarle al cuello porque si lo hiciera lo único que conseguiría sería clavarme más las ataduras. Pero por los menos sus visitas ocupaban mi mente, y casi siempre significaban algo de información del exterior.
Por ahora sabía que aún no habían conseguido localizar a Unai y al resto, pero que cada vez estaban más cerca de conseguirlo. Esto me estresaba mucho y se añadía a la lista de preocupaciones que rondaba por mi cabeza. También me había enterado de que Gina estaba siendo más colaborativa que yo pero que no habían conseguido nada interesante de ella, así que por ahora la dejaban en paz. Además, tenía entendido que la Jirafa cada vez estaba más nerviosa al ser incapaz de conseguir lo que se proponía y que muchos agentes estaban empezando a dudar de sus capacidades para cumplir con su palabra.
Ese día estaba tumbada en la camilla, como siempre, esperando a mi siguiente sesión o, si tocaba ya por fin, que me trajeran comida. No me traían alimentos y agua todos los días, solo cada dos o, si estaban irritados con los resultados de las sesiones, cada tres.Nowen me lo había advertido pero yo no quise escuchar. Ahora me dejaba de tonterías y rebañaba hasta la última miga de lo que quedara en el plato, para poder aprovechar hasta la siguiente vez que me trajeran sustento.
Estaba medio mareada, famélica, porque estaban tardando mucho en traerme comida. Hace tres días me harté y empecé a insultar al "médico", que más tarde descubrí que se llamaba Dr. Ramírez, (aunque de doctor tiene lo que yo de bailarina, pero bueno). Lancé una sarta de improperios contra él y contra todos lo que trabajaban en esta organización y se marchó cabreado. Muy cabreado.
Empecé a perder la consciencia, notando como mis ojos se cerraban a causa del hambre y la deshidratación cuando oí que la puerta se abría.
¡Por fin! Ya iba siendo hora, casi pensé que me iban a dar por muerta.
Pero por la puerta entró la última persona que me esperaba allí. La Jirafa, con un traje granate que, he de decir, le quedaba de maravilla, tomó asiento en una silla a una distancia considerable de mí. Bufé molesta, ¿que le iba a hacer, si no podía levantarme a menos que me sacaran cinco minutos a hacer mis necesidades?
Tenía una cara de tristeza, como si le diera pena verme así. No, como si estuviera decepcionada. No sé qué era peor, que esta mujer se pensara que me iba a afectar o que en el fondo, así fuera.
Me fijé en que llevaba una pequeña bolsa de plástico, con el logo del Burger King estampado, y esta desprendía un olor maravilloso, a carne y fritos. Estuve mirando la bolsa un buen rato, sin despegar la mirada, hasta que la mujer habló.
- Aêlwyn. Aêlwyn Elea. Interesante combinación.- abrió la bolsa y me tendió una guarnición de patatas fritas, aún calientes, que no tardé en empezar a devorar. - Supongo que desconoces el significado de tu nombre, ¿cierto?
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Infiltrada [escribiendo]
FantasiUna espía Un ladrón Dos caminos Un solo destino Carlota era una guardia de seguridad en un pequeño museo. Énfasis en era. Un día, traen un diamante a su museo y durante su turno de guardia tiene el placer de conocer al ladrón que le cambiará la vi...