20. Descanse en paz

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📆 DOS DÍAS DESPUÉS

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📆 DOS DÍAS DESPUÉS

Thalía contemplaba el ataúd con la bandera roja de Ferrari que presidía la nave principal de la iglesia. Ahí yacía la persona que un día la sacó de Toro Rosso, argumentando que estaban desperdiciando su potencial, y la hizo Jefa de Equipo. Él confío en ella más que nadie lo había hecho nunca en la vida, y por más tiempo que pasara, nunca sería suficiente el agradecimiento que sentía por Piero Ferrari.

-Confiaba mucho en ti -sintió Thalía la mano de Agnelli en su hombro y como lo apretaba con mucho cariño- nos hizo ver a todos de lo que eras capaz. Hasta yo cuestioné su decisión, pero mi padre nunca se equivocaba. Como así fue.

-Lo voy a echar de menos. Me gustaba llamarlo cuando terminaba una carrera y protestarle, aunque él siempre me decía lo mismo: señorita DiAngelo, que vamos primeros, no se queje usted más -admito con una pequeña carcajada que adoraba esas llamadas. Y si, lo adoraba a él. 

-Me gustaría que diéramos un paseo antes de que todo esto se llene de gente, ¿quiere? odio los curiosos y los chismes -Agnelli me hace un gesto con una de sus manos para que lo acompañe, algo que hago sin dudar.

Ambos salimos por uno de los laterales, esquivando al resto de asistentes y también a los que pronto ocuparán sus asientos. El día está hasta nublado y me da por pensar que también el cielo está llorando por la muerte de Piero.

-Seguramente tanto usted como los demás, se estarán preguntando que va a pasar con la escudería -me gusta Agnelli. Es franco y directo como su padre, algo que alabo en él.

-Si dijera que no, mentiría, pero lo cierto es que todo el mundo está preocupado, sobre todo por cierta persona que se pasea por las instalaciones creyéndose ya la heredera -Agnelli mueve su cabeza de un lado a otro, emitiendo un desagradable gesto, uno que no dudo que es para la persona nombrada.

-Mi padre me legó toda su empresa a mi. Quería que continuara con lo que él creó, o por lo menos, que intentara hacerlo. Tiene más bienes, los cuales repartirá con mi hermana y con mi hermano pequeño, a quien, por cierto, le importa una mierda Ferrari porque está en Alaska haciéndose cargo de un proyecto de pesca sostenible.

-¿Me está usted contando el contenido del testamento de su padre? -le pregunto algo perpleja al ver lo que mi jefe está compartiendo conmigo.

-Así es. Y lo hago porque mi padre y yo, confiamos ciegamente en usted, Thalía -puedo ver como al recordar a su fallecido padre, una mueca de dolor cruza su rostro- mi sobrina Bianca no tendrá ni una sola acción de Ferrari. Ni ella, ni sus hermanos. El legado de mi padre continuará en mi, y si dios quiere, tengo tres hijos que seguirán el mismo camino, de hecho, ya están trabajando en la fábrica de su abuelo.

-¿Tres? no tenía ni idea de que tuviera usted tantos hijos, señor Agnelli -le pregunto algo sorprendida.

-No me gusta mucho airear mi vida privada, ni exponer a mis hijos a la vida pública, aunque, a uno de ellos, usted lo conoce, lo tiene bastante más cerca de lo que cree. 

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