26. Pide y se te dará

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📆 UN AÑO DESPUÉS

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📆 UN AÑO DESPUÉS

-Me estás poniendo nerviosa, Lando. Cálmate, por favor -pongo una mano en su rodilla, apretándosela un poco para que deje de moverla, pues ese incansable meneo, está agitando el sofá donde ambos nos encontramos sentados y me está molestando.

-Ay, joder, lo siento cariño, pero es que no puedo evitarlo -Lando se gira hasta levantar sus manos y ponerlas a ambos lados de mis mejillas. Su tierno gesto y la forma que tiene de mirarme, hace que se me olvide toda esa incomodidad que siento- ¿estás bien?

-Estoy como tú, lo que pasa es que lo disimulo mejor.

Sus labios toman los míos solo unos segundos. Es un roce que intenta transmitirme calma y serenidad, una que ambos necesitamos.

La puerta frente a nosotros se abre, asomando por ella una amable enfermera que nos hace un gesto para que entremos en la consulta. Al ponerme en pie, la mano de Lando se posa en la parte baja de mi espalda, guiándome hacia la habitación, y si, ahora es cuando estoy más nerviosa.

Dentro de ella, y sentado tras un escritorio, un amable doctor nos sonríe pidiéndonos que nos sentemos. Algo que hacemos casi los dos a la vez.

-Thalía. Lando. Me alegro de veros de nuevo, ¿Qué tal todo? -es lo primero que nos pregunta, dirigiéndonos a ambos sus palabras, no solo a mi.

-Tenía usted razón, ha sido pasar el primer trimestre y ya no vomito tanto -le cuento esbozando una sonrisa y llevando por instinto mi mano hacia mi vientre. 

-Bueno, a partir de aquí te esperan tres meses de relativa calma, y después en el último trimestre empezarás a encontrarte algo más pesada, y cansada. Nada que no podamos controlar.

Delante del doctor Corrisi, el ginecólogo que lleva mi embarazo, están los resultados de mis análisis, y por suerte, todo está correctamente, algo que alivia más a Lando, quien no ha soltado mi mano desde que nos sentamos. Durante media hora más o menos, recibo nuevas citas para pruebas, análisis y recomendaciones, hasta que por fin llega la hora que tanto mi novio y yo llevamos esperando todo el día.

El momento de ver a nuestro bebé.

Si, sé que parece una locura. Lando y yo hablamos de que no queríamos tener hijos tan pronto, pero, una gripe y la combinación letal de antibióticos para curarla, hizo que olvidara renovar mi método anticonceptivo, y para cuando iba a hacerlo, la posibilidad de que estuviera embarazada, estaba ahí, y no quise arriesgarme.

Algo que un par de días de vómitos y los consejos de Valeria, me confirmaron que lo estaba. Embarazada. Aún guardo en mi memoria la expresión de Lando cuando vio las dos rayas en la prueba de embaraza. Creo que en mi vida lo he visto más feliz, y tan pletórico. Tanto, que ese fin de semana ganó el Gran Premio que se celebraba con una considerable ventaja sobre el segundo clasificado, Carlos.

-Bueno, pues vamos a ver a este pequeñín.

La voz de mi médico y el frío gel sobre mi estómago me hacen prestar atención a lo que sucede ahora. La mano de Lando aprieta la mía, dándome toda la fuerza que necesito y a él, la manera de mitigar sus nervios. Durante segundos, la habitación se mantiene en un cómodo silencio que solo se rompe cuando por los altavoces, escuchamos los caóticos latidos del corazón de nuestro bebé. Bastante fuertes pero, difíciles de distinguir.

4Lust (Runner 4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora