Cap. 45 - Vasallo

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Kurnet: - ¡Maldito enano! ¡Deja de moverte para ke pueda acabar kon tu mizerable vida! - Gritaba el enorme orko de más seis metros de alto.

David: - ¡Tendráz ke matarme zi quierez ke me muera! -

Kurnet: - ¡Eza ez la idea, canijo! -

Puede que los pieles verdes no fuesen los más listos a la hora de darse insultos o amenazar la vida de otros, pero al menos la intención es lo que cuenta. Pero muy diferente a sus palabras, su combate encarnizado era todo un espectáculo digno de admirar.

Kurnet portaba una filosa hacha de guerra acoplada en su brazo metálico, la cual blandía con una fuerza sobrenatural, decidido a acabar con la vida del que hace tiempo solía llamar camarada. Su mano izquierda estaba libre, aunque conociéndolo seguro había usado su escopetón de dos disparos que tanto le gustaba. Pero sin poder recargarla de nada le servía.

David portaba un espadón estrabólico que era casi tan grande como él, pero que blandía con la fuerza suficiente como para arremeter contra la imponente bestia que era su oponente. La musculatura del gretchin estaba mucho más desarrollada de lo que Kanan recordaba. Era un guerrero. Uno muy impresionante para su tamaño.

Kurnet: - ¡Todo ezto ez tu kulpa! -

David: - ¿¡Mi kulpa!? - Preguntaba con ira e ironía.

Kurnet: - ¡Zi... Tu kulpa! -

David: - ¡Yo eztaba tan lejoz del kaudillo komo tú! ¡Zi ez kulpa mia, también ez kulpa tuya! -

Kurnet: - ¡Mientez! ¡Yo me enfrentaba a humi en armadura grande! ¡Tu debizte ir a ayudar a Kanan! -

David: - ¡Yo eztaba luchando kontra máquinaz enormez! ¡No pude hazer nada! -

Kurnet: - ¡Kovarde! -

David: - ¡Eztúpido! -

Sus armas chocaron una vez más. El eco del impacto entre metales provocaban potentes ondas de choque que afectaban los oídos de los que más cerca se encontraban. Kurnet era una poderosa bestia de guerra, cuyos ataques eran capaces de desgarrar la dura piedra bajo los pies de su oponente. David era todo lo contrario. Si bien su fuerza era muy superior a la de cualquier guerrero promedio, frente a esa monstruosidad lo que más destacaba de él era su agilidad y capacidad para desviar los ataques del orko, aunque encontrar una apertura en esa impenetrable defensa de metal era casi imposible. 

El hacha y la espada chocaron una vez más

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El hacha y la espada chocaron una vez más. El sonido viajó por todo el campo de batalla como un eco infinito, ahora que todas las voces de su alrededor se habían callado. Esos dos estaban tan concentrados en su oponente, que ni siquiera se habían percatado de la figura que poco a poco se acercaba hacia ellos.

Warhammer 40k Fanfición -La Venganza del RenacidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora