Cap. 33 - Acto Final

66 17 9
                                    

------------------------

Podcast disponible en YouTube:

---------------------------

Slannesh: - ¿¡CÓMO TE ATREVES!? -

La iracunda voz del dios sacudió cada porción del inmaterium. La ira, la rabia, el descontrol inmaculado que la deidad emanaba era tal, que hasta el propio Khorne se vería tentado.

Kanan no tuvo oportunidad de gesticular palabra alguna, pues su proyección astral en la disformidad fue lanzada a kilómetros de distancia cuando Slannesh lo golpeó con su apenas controlada ira. El orko de pelo blanco cayó sobre el inesistente suelo, rebotando y girando una y otra vez, haciendo lo posible por evitar cualquier golpe fatal.

Las heridas en el cuerpo son dolorosas sin lugar a dudas, pero insignificantes comparadas a las heridas recibidas en el propio alma. Kanan experimentaba de primera mano ese dolor, aún cuando no tenía cuerpo físico sobre el cual se activaran sus receptores, pero sin lugar a dudas nunca antes sus penas habían sido tan devastadoras.

????: - Resiste. -

Kanan no tuvo tiempo para identificar la misteriosa voz que susurraba al oido, pues cuando alzó la mirada, solo pudo ver como el dios arremetía con su mano contra el piso, aplastándolo con una devastadora fuerzas y sus gigantescas manos. 

El orko de pelo blanco sabría que un golpe así sin lugar a dudas hubiese destrudo varios de sus órganos, pero el reino disforme era demasiado cruel para permitirle el lujo de una muerte rápida e indolora. 

Slannesh: - ¿¡CÓMO OSAS DESAFIARME!? ¡YO TE CREÉ... YO SOY TU MAESTRO! ¡TU DEBES OBEDECER MIS ÓRDENES! -

En otro ataque de cólera, Slannesh volvió a golpear al orko, lanzándolo a una disancia aún mayor que la vez anterior. Metafóricamente hablando, pues en el reino del inmaterium conceptos como el tiempo y el espacio son completamente inexistentes. 

Esta vez la caída de Kanan fue mucho más agonizante. Su cuerpo no rodó sobre si mismo... sino que quedó encallado en el inexistente suelo, de una forma tan poco natural que parecía una muñeca de trapo. 

Su cuerpo astral dolía. Dolía como nadie era capaz de imaginarse. Podía sentir su alma ser desgarrada con cada arrebato de furia del dios. Sabía que Slannesh le daría una muerte lenta, haciendo todo lo posible por procurarle el máximo sufrimiento posible. Sabía que... No podía hacer nada para evitarlo.

?????: - Levántate. -

Allí estaba. Esa extraña voz resonaba una vez más dentro de su cabeza. No sabía el porqué le resultaba tan familiar, sobre todo porque nunca antes había escuchado su fuerte timbre. Kanan alzó los ojos, solo para ver como Slannesh tenía uno de sus brazos alzados, listo para volver a golpearlo y azotarlo contra el suelo. 

¿Qué sentido tenía pelear? Su oponente era un dios, un ser invensible hecho de pura malicia y pensamientos negativos. Un torrente de energía disforme materializada en un ser lovecraftiano maquiavélico e iracundo. No había posibilidad alguna de poder derrotarlo. ¿De qué estaba hablando? El simple hecho de pensar en hacerle frente ya era una completa locura. Tal vez... lo mejor sería simplemente permanecer quieto... inmóvil... Dejar que todo ese dolor consumiera su alma y tal vez... solo tal vez... encontrar algo de descanzo eterno.

Pero no.

Kanan abrió los ojos, envueltos en una sed de sangre claramente visible. En un último intento desesperado, usó su mano y piez izquierdo para impulsarse y salir de la trayectoria del ataque de Slannesh, girando sobre su cuerpo hacia un lado hasta creerse a una distancia segura. 

Warhammer 40k Fanfición -La Venganza del RenacidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora