Cap 19. - Whaaag!!!!

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Murrey: - ¡CHIKOZ! ¡EZ HORA! -

Tairon: - ¿Pero qué demonios? -

Habían pasado varios minutos desde que las fuerzas de la Cruzada Calixus descendieron a la superficie de Atem III y el comisario Harrus y su destacamentos bajo el mando del coronel Tairon apena se habían reunidos con los astartes de las Tormenta. Esos no eran hombres... Esos eran los ángeles de la muerte del Emperador de la humanidad. Gloriosos guerreros de dos metros y medio de alto portando sus peculiares armaduras blancas con detalles en rojo escarlata. 

[Perdón por la foto tan cutre

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[Perdón por la foto tan cutre. Pero de estos tipos literalmente no hay nada. Devido a que no información de estos tipos, voy a usar las doctrinas de combate de su antigua legión]

Aquellos nacidos de la segunda fundación de Marines Espaciales, en cuyas venas corría la sangre del primarca Corvus Corax alzaron la mirada hacia tan peculiar ruido, y antes sus ojos, una interminable marea verde brotaba desde la propia tierra envuelta en una hambre de violencia y guerra como pocos había visto. 

Pero ellos no titubearon, ellos eran astartes, guerreros que sonríen frente a la muerte y no se doblegan antes las adversidades. A diferencia de las fuerzas del Astra Militarum cuyos miedos tuvieron que ser aplacados por la imponente voz del coronel Tairon, y los soldados de Krieg que esperaban ansiosos su redención, estos enorme hombre de dos metros y medio de alto simplemente... desaparecieron. 

El coronel Tairon no podía creer lo que veían sus ojos. Apenas unos segundos estaba hablando con el capitán del capítulo, un astarte similar a sus hermanos de batalla, cuya única diferencia era su distinguido casco rojo, el cual marcaba su rango dentro de su unidad. El enorme marine, justo al resto de su compaññia simplemente se habían... esfumado. Como el polvo ante una fuerte ráfaga de viento. 

Pero las dudas del coronel y su asombro no pudieron durar mucho. Ante el retumbar de los millones de pasos que se abalanzaban contra ellos como una abalancha verde, Tairon desplegó a sus tropas en un largo frente de batalla que apenas podía encontrar covertura en tal desolada planicie. Tras las interminables columnas del Astra Militarun, los soldados de Krieg, maestros de las trincheras, comenzaron a cabar decesperadamente mientras sus camarades de verde y dorado pondrían una resistencia desesperada. El único problema, era que les tomaría al menos dies minutos poder cabar unas trincheras mediocres para protegerse, y no disponían de tanto tiempo. 

Mientras tanto, del otro lado del campo de batalla, liderando la impoenente marea verde se encontraba el Murrey. Las fuerzas de los pieles verde surgieron desde las profundidades de la superficie, avanzando en millares desde las grietas del subsuelo escabroso de un mundo tan resquebrajado como Atem III, o cualquier otro mundo industrial.

Los pieles verdes gritaban y rugían de la emoción, sobre todo con el heavy metal que sus camaradas tocaban de fondo, pero esto no sería una simple carga desenfrenada como tan acostumbrados estaban, pues Murrey no lo permitiría. Oh no. El propio Kanan le dió la oportunidad de convertirse en el maestro de orquesta de tan peculiar tablero de Regisida, y daría todo lo que tenía para reclamar una perfecta victoria. 

Warhammer 40k Fanfición -La Venganza del RenacidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora