Cap. 18 - Calma Antes de la Tormenta

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Soldado: - ¡FUEGO ENEMIGO! -

Harrus: - ¡Coronel Tairon! ¡Coronel Tairon! ¿¡Me recibe!? -

El comisario hacía lo posible con contactar con su superior, pero el caos a su alrededor parecía haber cortado todo tipo de comunicación. Cientos de hombres del Astra Militarum bajo su cago caían ante una imparable marea verde que se abalanzaba sobre ellos, y desde la distancia, veían con horror a un imponente orko de casi cinco metros de alto dirigir la horda. Un coloso casi inmortal, con su imponenete brazo metálico y portando un gran bolter en su mano de carne y hueso. Un Bolter que tenía grabado en su costado el símbolo de los Halcones de la Tormenta.

Harrus: - ¡Coronel Tairon! ¡Han detenido la primera carga! ¡Hemos perdido a más de la mitad de las tropas! ¡Necesitamos ayuda! ' Gritaba con todo su ser por el dispositivo de comunicaciones, pero no había respuesta alguna.

Soldado: - ¡Comisario! ¡Hemos perdido la última Chimera! ¡No podremos seguir aguantando! ¿¡Qué debemos hacer!? ¿¡COMISARIO!? -

Pero aún ante los gritos de su subordinado, el comisario Harrus no era capaz de reaccionar. No importase donde mirase, todo lo que veía er muerte y violencia. Un mar de sangre y cuerpos huniformados del Astra Militarum regados por doquier.

Harrus: - Que el Emperador nos ampare... - Dijo casi con su último aliento.

Las explosiones y el retumbar de los disparos saturaban el campo de batalla. La muerte acechaba tras cada rincón, y los suelos marrones de Aten III se bañaron con el escalofriante color carmesi de la sangre. Lo que antes fue un contamindado mundo industriual ahora se había convertido en una de las peores trajedias para la humanidad en el Sector Obscurum pero... ¿Cómo fue que llegamos a esto?

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Afueras de la ciudad capital de Atem III. Una hora antes...

David: - Kaudillo... Le hemos traido al que parece ser el lider humano de este mundo. -

Kanan estaba de espaldas a la ciudad, con la vista perdida en los interminables cielos contaminados de Atem III. El ataque de los orkos fue tan brutal y veloz, que las fuerzas de defenza del planeta no fueron capaces de resistir ni veinte minutos contra la horda de pieles verdes. Fue tan abrumador, que los planes de defender las posiciones hasta que llegasen las fuerzas de la Cruzadas Calixus se vieron frustradas en los primeros minutos de batalla. Lo que se esperaba fuese una resistencia de cinco días, apenas duro media rotación del minutero del reloj.

Habían pasado un par de semanas desde el asalto a Cantus, y muchas cosas dentro de la horda habían cambiado, empezando por el abrumador número de pieles verdes, el cual alcanzaba la ridícula cifra de millones. Y a la par, ahora contaban con más de cien naves de guerra armadas hasta los dientes, capaces de batirse en combate justo con algunas flotas pequeñas de la armada del Imperio de la Humanidad.

La cantidad de vehículos en sus filas había aumentado abrumadoramente los cuales se contaban por cientos de miles incluyendo tanques, carroz de guerra, vehículos ligeros y dreznaut, así como vehículos similares pero de menor tamaños especializados para los grentchins.

Y hablando de estos, lo que antes era un pequeño grupo de apenas mil efectivos bajo el mando de David, ahora rebazaban el cuarto de millón, todos portando el fino armamento imperial. Sus camaradas los llamaron los ¨orkumis¨a modo de burla, pero estos abrazaron tal apodo gustosos y ahora eran una de las fuerzas mas letales de toda la horda, contando con sus propios vehículos blindados y unidades especiales, pues algunos grentchins muy entusiastas habían desarrollado en especial gusto por el fuego, y ahora portaban mortlaes lanzallamas a sus espaldas. no luchaban de frente, y solían esconderse entre los abrumadores números, y cuando llegaban a las trincheras salían sembrando el caos entre las filas enemigos con los fuegos del infierno. Pero aún más importante, aprendieron a luchar en escuadras.

Warhammer 40k Fanfición -La Venganza del RenacidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora