Cap. 12 - Uno más

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Kanan no pudo esconder lo divertido de la situación. Que un simple glenshin le hubiese tomado la delantera a Kurnet era sin dudas impresionantes, tanto para él como para el resto que lo alababa como un héroe de guerra, y no era para menos, pues en términos generales los pieles verdes de menor rango no son muy apreciados por ninguna criatura de la galaxia. Ni siquiera otros pieles verdes de mayor rango.

Kanan no podía aguantar su curiosidad y conocer a ese pequeño que tanta atención llamaba, pero apenas dio un paso sintió la tierra retumbar y una voz sumamente enojada y algo enredada hacerse presente.

Kurnet: - ¿¡Dónde eztá eze mequetrefe!? -

El enorme orko se acercaba a pasos agigantados, molesto por haber perdido su triunfo. Esa era su hora de brillar y su derecho era reclamar la cabeza del oficial enemigo al mando, así que alguien le quitase ese derecho no le era de sí agrado.

Kurnet: - ¿¡Dónde ezta!? ¡Cuando lo encuentre lo voy a dezafiar a un duelo! ¡Zi! ¡Un duelo! ¡Y azí reclamar lo que por derecho me perteneze! -

El enorme ocio de cuatro metros y medio con brazo mecánica finalmente llegó al grupo de pieles verdes que rodeaban a su supuesto adversario, pues era fácil saber que los orkos estarían cerca del que más sobresalió en batalla.

Lo lógico hubiese sido que un orko tan grande y fuerte como él se hubiese empezado a reír tan pronto hubiese visto al grentchins que le arrebato el triunfo, pero a pesar de su forma brusca y su lenguaje apresurado, Kurnet aprendió hace mucho a no juzgar a alguien por su tamaño. Una leccion que Kanan le dió personalmente. Así que tan pronto lo vio, fijo su mirada retadora sobre el pequeño. Pequeño para él, pues el grentchin era casi de metro ochenta de alto.

Kurnet: - ¡Tu! ¡Te reto a un duelo! ¡Aquí y ahora! - Sus palabras no parecían ser ninguna broma.

Para el grentchin fue imposible no sentirse intimidado. ¿Y como no hacerlo? Pues Kurnet era mucho más grande y fuerte que él, y en un duelo la posibilidad de derrotarlos estaba por debajo de cero. El pequeño piel verde no sintió más la valentía de ser vitorierado por los otros pieles verdad, y lo único que pudo hacer fue tragar en seco. Por suerte para él, la voz de la cordura habló en su lugar.

Kanan: - Jajajaja. ¿Qué ocurre Kurnet? ¿Te molesta que se te hallan adelantado? -

Kurnet: - Ka... Kaudillo. -

El orko rectifico a tiempo, pues en presencia de otros orkos él seguía siendo su jefe y debía tratarlo como tal, hasta el punto de arrodillarse seguido por todos los presentes.

Kurnet: - No sabría que vendría. - Ahora que se calmó, su lenguaje se había normalizado un poco. - Nos inspira vuestra presencia. -

Kanan: - De pie mis guerreros. Hoy dieron una buena pelea. Gorko y Morko estarán felices por eso sin lugar a dudas. -

Para alguien que estaba al frente de un ejército por cinco años era imposible no aprender a inspirar a sus tropas, aun cuando este ni siquiera se lo proponia, y Kanan parecía hacerlo a la perfección, pues su palabras no tardaron en subir los ánimos de los presentes.

Kurnet: - ¿Y que lo trae por aquí, Jefe? -

Kanan: - Al igual que tu. Quiero ver persobalmente quien aquel de adelantarsete en la batalla. - Un comentario perspicaz que saco una risas en algunos.

Warhammer 40k Fanfición -La Venganza del RenacidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora