Cap. 7 - Supremo

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La puertas de la fortaleza no se abrieran de forma lenta y constante. No, no, no. Eso era patético y muy aburrido. Los orkos hicieron volar sus propias puertas de metal usando cuanto explosivos tenían, marcando su entrada triunfal al campo de batalla. Tal acto de imprudencia lanzó las dos enormes planchas de metal que hacía de puerta por los aires, cayendo sobre un gran número de enemigos al otro lado del campo de batalla, mientras una gran cortina de humo, polvo y arena se alza frente a la entrada de la fortaleza. 

Los orcos atacantes se detuvieron un momento para "admirar" tal muestra de salvajismo, solo para ver entusiasmados como los orkos al mando de Kanan habían abandonado sus patéticos intentos por defenderse y estaban listos para lanzarse a una batalla. Por fin. Una buena pelea. Ese era el motivo por el cual habían venido en primer lugar, pero el bando defender actuaba un tan extraño. 

Los Korn, como habían llamado al bando enemigo, vieron confundidos como un enorme muro de metal se acercaba a ellos a gran velocidad. Sus armas a distancias no tenían efecto, y mucho de los explosivos ya se habían agotado. Del otro lado de la cortina de hierro, los orkos de Kanan avanzaban a paso ligero sobre las formaciones enemigas, empujando las enormes piezas de metal solo con su fuerza física, con sus armas listar para atacar al enemigo cuando fuese el momento. 

Aún así, esto no preocupó en lo más mínimo a aquel que parecía estar al mando de la fuerza atacante. "Qué tontos" Pensó para sus adentros, cuando vió como las tres motoz que le quedaban a sus fuerzas había dado la vuelta y estaban listas para embestir contra los defensores.

No había forma posible que las fuerzas defensoras pudieran detenerlas. Eran rápidas, eran brutales, las motoz de batalla pintadas de rojas eran imparables, cargadas de munición y explosivos hasta en los neumáticos.

Kanan: - ¡AHORA! -

La voz del orko que parecía el líder se oyó en todo el campo de batalla. Una buena porción de granadas de mano y bombas improvisadas fueron lanzas hacias las motoz, pero cayeron mucho antes de su llegada. El resto de orkos solo reía al ver tanta estupidez. ¿Cómo pudieron cometer un error tan absurdo? 

Desde la distancia, el caudillo de los Korn no podía disfrutar más del espectáculo. El líder enemigo no solo era un enano para los estándares de un caudillo oro, también era un idiota. Pero la sonrisa en el rostro le duró poco cuando desde la distancia vio lo que pasaba.

Los conductores atacantes tenían el mismo pensamiento de su líder. Cuando vieron a los idiotas lanzar los explosivos antes de tiempo comenzaron a reír y sólo aceleraron más para sentir la adrenalina de una buena explosión. En su mente, ellos atravesarán la nube de fuego y humo con sus motos a alta velocidad, dominando el campo de batalla con sus balas y explosivos. Mas, lo único que pudieron hacer fue ver el campo de batalla desde las alturas.

Sin saber como ni por qué, los motoriztas volaban por los aires, y sus motoz habían sucumbido ante el terreno. Fue entonces cuando el caudillo oro rival se dio cuenta de lo sucedido. Los explosivos no tenían como objetivo destruir las motoz, sino crear cráteres en el suelo por la cual iban a pasar. Los enorme neumáticos se atacaron, y el propio impulso lanzó a todos los ocupantes por los aires, cayendo sin ningún tipo de oportunidad sobre el campo de batalla, rodeados de enemigos, donde conocerían una muerte rápida e indolora.

Warhammer 40k Fanfición -La Venganza del RenacidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora