Cap. 3 - Pérdida

131 28 23
                                    

×××××××××××××××××××××××××

Podcast disponible en YouTube

××××××××××××××××××××××××

El concepto de "mascota" es algo realmente complicado para un Marine Espacial. Nones como si en sus cientos de años halla ni siquiera imaginado tener una, mucho menos que estas se convirtiera en alguien tan cercano a él.

Incapaz de entender que pasaba por su mente, Kanan simplemente lo miraba como usn molestia. Una molestia torpe que se entretiene con cualquier cosas y no deja de saltar de una situación de peligro a otro. Ya sean otros squig o algún barranco peligroso, parecía que la extraña criatura blanca estaba destinada simplemente a morir por su propia estupidez. Aun así, el orko le había demostrado cierta empatía. No sabía cómo expresar el afecto, asi que simplemente lo llamo de esa forma.

Al menos la pequeña abominación ya era capaz de atrapar algunas alimañas de menor tamaño para alimentarse por su cuenta. "Blanco," como Kanan solía llamarlo, parecía ser capaz de sobrevivir por su cuenta. Al menos el ex-Marine podría seguir adelante con la consciencia tranquila que no lo abandonarían su suerte sin estar seguro de que pudiese sobrevivir sin su ayuda.

Pasaron unos días moderadamente tranquilos. Tranquilo como los peligrosos bosques de pieles verdes y los constantes ataques de squig pueden permitir. Blanco cada vez era más capaz de capturar presas más grandes y eso ya le estaba confirmando a Kanan la hora de dejar a la criatura atrás.

Era una noche silencioso, en donde el crujir de la madera que alimentaba el fuego era lo único que perturbaba la tranquilidad. Eso y el estómago de Kanan. Ese día no hubieron muchas presas que cazar, y su voraz apetito parecía no tener fin. Al menos sabia que no iba a morir por eso, así que no estaba particularmente alarmada.

Se encontraba solo, pues Blanco se había marchado haces unas horas, seguro para cazar y comer algo. Que envidia sentía Kanan de no poder tener la vista nocturna que la alimaña blanca poseía, o sino no tuviese que parar cada noche para montar un campamento. La oscuridad era algo que asustaba incluso a los más valientes, pues no te puedes defender de aquello que no eres capaz de ver.

Kanan pensaba que tal vez así era mejor. Confiaba en qué Blanco finalmente se hubiese dado cuenta de su libertad y se hubiese ido para siempre. Nunca se había demorado tanto, así que no tenía otro motivo para pensar diferente. Pero por algún motivo, no podía conciliar el sueño.

Un extraño ruido lo puso alerta. Que tipo de monstruo saldría ahora de la oscuridad para acabar con su vida. Con algo de tiempo pudo afilar un palo largo que ahira usaban como una lanza y jabalina improvisada. Algo rustico, pero mejor que usar sus nudillos y sus garras. La luz del fuego rebeló una extraña silueta acercarse, una que se movía erraticamente y temblorosa. Kanan puso su lanza al frente, listo para acabar con el enemigo una vez que mostrase sus afilados colmillos a la luz del fuego. Apretó el palo con fuerza, tenso los músculos de sus pies listos para saltar, respiro profundamente para controlar sus inquietud, pero el reflejo de un lomo blanco familiar le indicó que no se trataba de una amenaza.

Blanco se acercó lentamente, su cuerpo encorvado y de espaldas, en sus fauses arrastraba el cadáver de un squig de un tamaño incluso mayor que él. ¿Acaso él mato solo a esa bestia? ¿Que tan fuerte era realmente ese ser de piel albina? Al menos eso tranquilizaba a Kanan y lo hacia confiar de que sobrevivir a esta peligrosa jungla.

Warhammer 40k Fanfición -La Venganza del RenacidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora