Cap. 5 - Voluntad Férrea

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De pronto el ambiente se volvió oscuro y sombrío. Los orkos presentes no podían ignorar un llamado de desafía hacia el caudillo. Las pisadas sobre las improvisadas maderas que conformaban el piso del coliseo de los cientos de orkos presentes en el lugar anunciaron a todo el fuerte de lo sucedido. Alguien había desafiado al caudillo por su título. Y la sangre iba acorrer sobre las arnas del coliseo.

Todos... Absolutamente todos aquellos presentes en el campamento dejaron de lado cualquier cosa que estaban haciendo y se dirigieron al origen de tal retumbar. Las gradas del coliseo, ya abarrotadas, se llenaron de aún mas espectadores. Incluso las azotea de las estructuras aledañas que permitían ver al interior de la arena se llenaron de orkos ansioso de ver el combate. Este era un evento único, pues no todos los días aparece un tonto que ose desafiar al líder. Pero... ¿Quién era ese? 

Solo el guardia que sobrevivió a la furia de Kanan fue capaz de reconocerlo. El único que sabía que era un forastero proveniente de las afueras de los muros del refugio. Solo él fue capaz de ver con horror lo terrible y atroz que podía ser el orko de melena blanca. Para el resto, no era más que un loco don nadie con aires de grandeza y que pronto conocería su final. Pero una buena batalla siempre alegra a un burn orko... ¿No es así?

Caudillo: - Así que un retador... ¿Eh? Esto es perfekto. Hacía tiempo que no me divertía tan... -

Kanan: - Calla ese hocico tuyo, bestia inmunda. No tengo tiempo para tus palabrerías. -

La interrupción de Kanan no pasó desapercibido, así como el evidente enojo del caudillo, cuyas venas parecían querer explotar de su cara ante tanta falta de respeto. "Estos jóvenes ya ni siquiera respetan un buen intercambio de palabras antes de un combate." Pensó para sus adentros. Pero por supuesto, nunca se imaginaría quien era ese orko de pelo blanco que lo miraban tan amenazadoramente. 

Caudillo: - ¿Tan rápido kieres konocer la muerte? Muy bien. Permíteme ayudarte. -

El caudillo saltó del palco en el que se encontraba provocando un estruendo al caer sobre la arena del coliseo. Solo entonces Kanan fue capaz de ver su verdadero tamaño: Un monstruo de casi dos metros y medio de largo, cubierto por una armadura de metal pintada de rojo con muchos... muchos pinchos por todos lados. Aún así, estaba llena de aperturas por donde los enemigos podrían acertar un golpe mortal. Algo clásico de los orkos.

En su mano derecha cargaba un gran ezkopentón que debía ser usado a dos manos, algo que no parecía ser la gran cosa teniendo en cuenta su tamaño. Y en la otra mano portaba una rebanadora bastante alargada. En resumen, era un caudillo bastante promedio, ahora que Kanan lo pensaba con más calma. Incluso ridículo, teniendo en cuanta lo complicado que es recargar una escopeta si tienes una espada en otra mano. 

Caudillo: - ¿Listo para morir, snotlig? - El silencio y la mirada asesina de Kanan fue todo lo que recibió - ¡Pues muere! -

Usar primero el arma a distancia siempre era lo más lógico en una situación de combate, sobre todo cuando el enemigo aún no esta a tu alcance. NO había que ser muy listo para darse cuanta de esto, y al menos el caudillo tener la inteligencia mínima para hacerlo. Cuando Kanan vió al enorme orko alzar su escopeta no perdió el tiempo. Tomó con su mano libre el cuerpo muerto del campeón y lo usó de escudo. La metralla de la escopeta sacudió con fuerza el cadaver, salvando la vida del retador. Para los orkos que miraban y para el propio caudillo eso era algo impresionante... cobarde en parte... pero impresionante. 

Warhammer 40k Fanfición -La Venganza del RenacidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora