X.

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Cerré los ojos, dejando que el agua de la ducha cayese sobre mi cabeza, invitándome a relajarme

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Cerré los ojos, dejando que el agua de la ducha cayese sobre mi cabeza, invitándome a relajarme. Ni siquiera había abandonado el circuito todavía. Siempre que terminaba una carrera, me duchaba en los baños de nuestro motorhome antes de poner rumbo al hotel. Odiaba aquella sensación de calor extremo, sudor y humedad.

Pero ese día, mientras me duchaba, mi cabeza estaba en otro lugar. Era incapaz de dejar de pensar en ella; en cómo era tener a Meghan entre mis brazos, en cómo la había acariciado, en cómo sus ojos se estrechaban cuando llegaba al orgasmo... De pronto, todo mi mundo giraba a su alrededor.

Me pasé las manos por la cara, intentando apartar aquellos pensamientos de mi cabeza aunque sabía que era prácticamente imposible. Meghan había llegado a mi vida para volverme completamente loco, y lo estaba consiguiendo.

Unos golpes en mi puerta del hotel me devolvieron a la realidad. Cerré el grifo y anudé una toalla a mí cintura, apresurándome a salir de la ducha. Pensé de nuevo en ella, en si sería Meghan la que me esperaba al otro lado de la puerta, en qué pasaría entre nosotros.

Pero cuando abrí la puerta, cayó sobre mi un jarro de agua fría. Era Daniel. Y estaba realmente serio, así que aquello solo podía significar que algo estaba mal. ¿Y si se había enterado? No; entonces estaría muerto. Habría tirado la puerta abajo y habría acabado conmigo.

–¿Puedo hablar contigo? –preguntó señalando al interior de la habitación. Asentí un par de veces, dejándole paso para que pudiese entrar. Me mordí el labio inferior con fuerza, intentando tranquilizarme a pesar de que era completamente imposible.

Me volteé para mirar a Daniel, que ya se había sentado sobre la cama de mi habitación. Había juntado sus manos y jugaba con ellas de manera nerviosa. Me atrevería a decir que jamás había visto al australiano de aquella manera. Él siempre era el que nos tranquilizaba a los demás. Era francamente desconcertante.

–Eh... ¿Está todo bien? –pregunté en un susurro, a pesar de que era más que obvia la respuesta.

–Es Meghan... –murmuró levantando la mirada, probablemente encontrándose con la mía, que aquellas alturas debía ser de pánico.

–¿Qué... qué pasa con Meghan? –dije con un hilo de voz, sentándome a su lado. Sentía que, por primera vez en mi vida, las piernas me temblaban y el oxígeno empezaba a escasear en los pulmones.

–¿Sabes si le ha pasado algo? –su preocupación era casi palpable y yo, que acababa de salir de la ducha, ya estaba sudando de nuevo. –Desde que tuvo esa cita con Jimmy...

–Creo que no le gustó –dije rápidamente, antes de que hablase más y se me hiciese increíblemente difícil mentirle mientras nos mirábamos a los ojos. Jamás en mi vida había pensado que eso era posible. Daniel y yo nos habíamos convertido prácticamente en hermano; dos amigos que se lo contaban todo. Pero allí estaba yo; mintiendo por Meghan.

Lust | Max Verstappen (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora