XVII.

2.2K 223 117
                                    

Palpé la cama varias veces mientras abría los ojos poco a poco, pero Meghan ya no estaba allí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Palpé la cama varias veces mientras abría los ojos poco a poco, pero Meghan ya no estaba allí. Me incorporé poco a poco, peinando mi pelo rebelde después de horas de descanso.

Avancé lentamente por el pasillo mientras el olor a café recién hecho y a tortitas me inundaba por completo y me hacía sonreír como un auténtico estúpido. Y mi sonrisa no hizo más que crecer al ver a la morena en mi cocina, vestida con una de mis camisetas blancas y todavía con su cabello revuelto.

–Buenos días –dije justo después de un leve carraspeo, todavía con la voz ronca, haciendo que ella se voltease.

Aún tenía los ojos hinchados, pero para mí era perfecta. Fue en ese instante cuando me di cuenta de que había sido una mala idea pedirle que se quedase a dormir. Verla recién levantada, vistiendo mi ropa, haciendo un desayuno para dos... Joder. Si mi cabeza ya estaba hecha un lío el día anterior, esa mañana me iba a explotar.

–Buenos días –respondió con una pequeña sonrisa. –¿Café? –preguntó y yo simplemente asentí, sin saber muy bien qué decir.

–¿Cómo has dormido? –dije para acallar aquel silencio incómodo.

–Bien, aunque has estado toda la noche abrazado a mi –rio ligeramente antes de darle un sorbo a su café.

–Lo siento –me disculpé avergonzado.

–En ningún momento he dicho que no me haya gustado... –y, de nuevo, aquella presión en el pecho.

Nunca antes la había sentido, pero sabía muy bien qué estaba pasando. Estaba empezando a ver a Meghan con otros ojos. Estaba empezando a ver más allá de su cuerpo, aquel en el que me había perdido la noche anterior. Estaba empezando a pensar en ella a todas horas. Meghan había empezado a robarme el sueño, a arrancarme suspiros.

–En serio, Max... me ha gustado dormir contigo –susurró con una sonrisa dibujada en los labios, dejando el café sobre la encimera de la isla de la cocina mientras se acercaba lentamente a mi. –Podría acostumbrarme...

Mi corazón comenzó a latir con más fuerza, imaginando aquel mundo perfecto en el que no me tenía que resistir. Un mundo perfecto en el que Meghan no era la hermana de Daniel y yo no traicionaba a mi mejor amigo. Pero era precisamente eso: un sueño. No era la realidad, porque lo cierto era que, cuanto mejor estaba con Meghan, más rastrero me sentía.

–Pero no podemos –respondí de forma tajante cuando sus brazos rodearon mi cuello y sus ojos se clavaron en los míos. –Los dos lo sabemos –dije está vez con la voz un poco más calmada.

–No tendría por qué ser así... –su voz sugerente y lo que implicaban sus palabras me revolvieron el estómago. No. No podía ser. Era imposible. –Lo de anoche estuvo bien... –comentó antes de abrazarse a mi cuerpo, dejando algún que otro beso sobre mi cuello.

–Estuvo genial, ratoncita, pero... tenemos que acordarnos de nuestros límites –quería poner un poco de cordura a la situación, pero lo cierto era que me moría de ganas por dejarme llevar.

Lust | Max Verstappen (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora