XXXVIII.

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Exhalé un par de veces más, consciente de que, lo que estaba a punto de hacer, podía ser realmente peligroso

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Exhalé un par de veces más, consciente de que, lo que estaba a punto de hacer, podía ser realmente peligroso. Pero estaba cansada de ver a Max y a Daniel sufrir por alguien que no merecía la pena.

Hacía tan solo unos días que el juicio había comenzado y las críticas se estaban cebando con ellos. Las redes sociales los machacaban día tras día mientras el juez les hacía cada vez preguntas más dañinas y, a su vez, difíciles de contestar si no queríamos que todo saliese por los aires.

"¿Cuál fue el motivo de la agresión?"

El silencio se hacía en la sala cada vez que esa pregunta salía a relucir.

Todavía recuerdo cómo fue entrar a aquella sala por primera vez, cómo fue mirar a Jimmy a los ojos después de todo lo ocurrido, cómo mis piernas se entumecieron cuando un resquicio de sonrisa se plasmó en su rostro y cómo Max apretó mi mano antes de acercarse al banquillo de los acusados.

Todo aquello estaba mal. No tenía sentido nada de lo que estaba sucediendo. No tenía sentido que Jimmy los hubiese denunciado después de que fuese él quién más tenía que callar. En cierta parte, se aprovechaba de que yo no me atrevía a hablar.

Pero aquello había llegado a su fin.

Aquel día, después de cuatro horas de preguntas ininterrumpidas con la única intención de hacer daño a Max y a Daniel, supe que había llegado a mi punto de inflexión. Me negué a dejar que siguiesen haciéndoles daño, a ver cómo la mirada de Max perdía vida a medida que el juicio avanzaba.

Ese día decidí escabullirme; decidí decirles tanto a Max como a Daniel que me iría a casa por mi cuenta, que no esperaría a que terminase toda la sesión del juicio.

Mentí; lo hice y no me sentí orgullosa de ello. No debería haber mentido, pero era necesario para terminar con aquella locura de una vez por todas.

Así que en vez de irme a casa, esperé entre los pasillos de los juzgados a que todo terminase para encontrarme con aquella persona que todavía me ponía el vello de punta. Era aterrador, pero era la única solución posible en aquellos instantes.

De pronto, después de unos largos minutos de espera, pude apreciar su aroma. Seguía usando aquella colonia de olor penetrante y realmente varonil que conseguía revolverme el estómago de la misma forma que lo había hecho aquella noche.

"Esto ha sido una muy mala idea..."

Lo pensé justo antes de salir de mi pequeño escondite, topándome de frente con su mirada penetrante, tan aterrorizadora como la primera vez. Sentí que me temblaban las piernas cuando una pequeña sonrisa se formó en su rostro.

–Cuánto tiempo, Meghan... –susurró recorriendo mi cuerpo de arriba a abajo con su mirada. Una especie de náusea se formó en mi garganta sin poder evitarlo. –Ya veo que no has cambiado nada –dijo con cierta sorna. –¿Qué tal te va con Max? Bien, ¿no? Al fin y al cabo, sois los dos iguales...

Lust | Max Verstappen (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora