XXXIV.

1.6K 194 92
                                    

–¿Estás bien? –la voz de Lando, el cual corría a mi lado a lo largo del paseo marítimo de Montecarlo, consiguió llamar mi atención

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

–¿Estás bien? –la voz de Lando, el cual corría a mi lado a lo largo del paseo marítimo de Montecarlo, consiguió llamar mi atención.

–Eh... sí, perfectamente –respondí sin detener mi paso.

Lando ni siquiera se dignó en responder. Simplemente se detuvo en el camino, dejándome avanzar unos cuantos metros más en soledad, rectificando al instante. Frené en seco, echando la mirada al cielo mientras me preguntaba por qué había accedido a salir a correr con Lando cuando tenía la cabeza hecha un auténtico lío.

–¿Vas a soltarlo ya o tengo que seguir insistiendo? –preguntó mientras yo recuperaba el aliento.

–Meghan ha encontrado trabajo –solté sin dejar que me insistiese más.

–¿Estás así porque te jode que se vaya de tu casa? –preguntó sonriente, quizá en un intento por rebajar la tensión.

–Estoy así porque me jode que se vaya a Nueva York –los ojos de Lando se agrandaron por la sorpresa mientras yo me sentaba en un bando, intentando recuperar el aliento.

–¿Se va a Nueva York? –preguntó con incredulidad.

–Su contrato en PMC incluye una posibilidad de ascenso a su sede central en Nueva York –expliqué algo resignado. Era más que obvio que acabaría aceptando; cualquiera lo haría.

–Joder... Pero... ¿ella ha aceptado irse? –dijo algo desconcertado, quizá por lo apresurado que estaba siendo todo.

–No lo sé... Me da pánico preguntárselo –dije apoyándome en el respaldo, cerrando los ojos mientras revolvía mi pelo mojado por el sudor.

Si algo me daba más miedo que mi monoplaza a toda velocidad, era perder a Meghan. Era mi primera verdadera experiencia en el amor, la primera persona de la que había estado enamorado de verdad. Era la persona que me había hecho cambiar, que había conseguido que me olvidase de todo solamente por ella.

–¿Y qué piensas hacer? ¿Torturarte todos los días con la duda? –si había algo que envidiaba de Lando era el hecho de que fuese tan práctico y tan directo para todo. Yo, algunas veces, me sentía impotente cuando se trataba de Meghan. La quería demasiado como para hacerle daño.

–Está tan feliz con su trabajo... –susurré recordando la felicidad con la que había llegado los últimos días a casa. –No quiero joderle la ilusión, Lando.

–¿Crees que es mejor estar pensando cada día que a lo vuestro le quedan seis meses? –sus palabras me golpearon como si fuesen un puñetazo, y me dejaron completamente K.O. –Habla con ella, Max. Dile lo que sientes...

–¿Lo que siento? No lo sé ni yo, Lando... –admití realmente confuso. –¿Quiero que se largue? Joder, claro que no, pero tampoco quiero que deje escapar una oportunidad así por mi.

–Max... –intentó que dejase de hablar, que razonase, pero yo ya había entrado en un círculo del que era complicado salir.

–¿Qué? Es la verdad... Soy un puto desastre. Ni siquiera sé por qué está conmigo. Es una chica inteligente, con sus estudios, con su trabajo, con una vida organizada... ¿y yo? ¿Qué tengo yo?

Lust | Max Verstappen (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora