Epílogo

1.3K 183 40
                                    

–Se está despertando

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

–Se está despertando... –susurré cuando Max sacaba las llaves del bolsillo para poder entrar en nuestra casa.

Nuestra casa.

Aquel día, volvíamos a Mónaco. Estar casi un año en Nueva York había sido una gran experiencia, pero no había nada como volver a casa. Leo tenía ya tres meses y, teniendo en cuenta lo mucho que había echado de menos a mi familia durante el embarazo, tanto Max como yo tuvimos muy claro que volveríamos en cuanto fuese posible.

Y allí estábamos; con todas las maletas, Leo en el cochecito de bebé y Max desesperado al ser incapaz de abrir la puerta de casa. Ni siquiera el hecho de convertirse en padre había conseguido que tuviese más paciencia.

–Al fin en casa... –susurró en el mismo instante en el que Leo empezó a llorar.

Lo tomó en brazos, apoyándolo contra su pecho, como siempre hacía cuando quería calmar al pequeño. Leo había resultado ser más tranquilo que su padre, algo que ambos habíamos agradecido.

–Había echado de menos esto –dijo dirigiéndose hacia el ventanal del salón, aquel desde el cual podíamos ver el puerto de Mónaco.

Jamás me cansaría de aquellas vistas y de la tranquilidad que me transmitían. Había extrañado aquella paz en medio del caos de Nueva York. Y sabía que Max también. Ni siquiera tuvimos que barajar los diferentes pros y contras sobre volver a casa. Ambos sabíamos que lo necesitábamos. Y con la llegada de Leo se certificó todo.

Me fijé en cómo el pequeño se acurrucaba en el pecho de su padre, y me pregunté en qué momento había madurado tanto Max. Se había convertido en un hombre; un padre maravilloso que estaba presente siempre que podía.

–¿Crees que existirá un mini esmoquin? –susurró cuando apoyé mi cabeza sobre su hombro, ambos con la vista fija en la ventana.

–¿Para qué quieres tú un mini esmoquin?

–La semana que viene es el Gran Premio de Mónaco –murmuró, y yo ya empecé a atar cabos. –Y ya sabes que al ganador siempre lo invitan a una cena en el casino, con la familia real...

–¿Y quieres llevar a un bebé de tres meses a una cena de gala? ¿Tú sabes la que puede armar este chiquitín? –dije tomando una de sus diminutas manos, que se cerró alrededor de mi dedo.

–Me da igual –dijo de forma rotunda. –Los dos sois mi familia y, si gano, quiero pasar esa noche con vosotros.

Sonreí tontamente, mirando el anillo de mi dedo anular, aquel que estaba adornado por un discreto diamante. Había sido el día del nacimiento de Leo; pocos minutos después de tenerlo en brazos por primera vez. Todavía tenía las hormonas alteradas, y Max había decidido que era una idea maravillosa pedirme matrimonio aún en el paritorio.

¿Y cómo iba a decirle que no cuando estaba completamente enamorada de él?

–Buscaré algún mini esmoquin... –susurré mientras me derretía mirando a nuestro hijo.

–Y sino... también puede ir en pijama, ¿no?

–Él puede hacer lo que quiera...

El brazo libre de Max me rodeó por encima de los hombros, atrayéndome aún más a su cuerpo, abrazándome contra él.

Sonreí como una tonta, mordiendo mi labio inferior, pensando en lo que habíamos conseguido. Habíamos dejado todo atrás y nos habíamos convertido en una familia.

FIN

----------------------------------------

¡Hola a todo el mundo!

Pues hasta aquí ha llegado esta historia... Me da mucha pena terminarla, pero siento que así debe ser :)

Además, ya tenéis una nueva historia de Max Verstappen en mi canal, así que no me echaréis mucho de menos ;)

Muchísimas gracias por todo el cariño que le habéis dado a esta historia y también a mi. OS QUIERO MUCHÍSIMO 🧡

Lust | Max Verstappen (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora