XXVIII.

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Me hago con las cartas del Uno y me siento frente a Max, sonriente, mientras él me mira con una ceja enarcada, como si no entendiese nada

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Me hago con las cartas del Uno y me siento frente a Max, sonriente, mientras él me mira con una ceja enarcada, como si no entendiese nada.

–Dime que has jugado alguna vez –clamé al cielo porque, a juzgar por su mirada, estaba bastante perdido.

–Siento decepcionarte, ratoncita... –habló mientras comía su desayuno: unas cuantas fresas y un café bien cargado.

–¿Estás de broma? –pregunté, porque hasta ese momento no había conocido a alguien que no lo hubiese jugado al menos una vez en su vida.

–No, pero estoy seguro de que me lo explicarás con todos los detalles –bromeó, aunque en el fondo llevaba toda la razón.

–Es que... se me había ocurrido algo –susurré dejando las cartas sobre la mesa.

–No sé si quiero saberlo... –murmuró sonriente. –Vamos, sorpréndeme.

–Jugamos una partida y, el que gane, elige qué hacer esta tarde –dije enormemente orgullosa de mi idea.

–¿No crees que es un poco injusto teniendo en cuenta que no tengo ni puta idea de cómo jugar? –se quejó, pero sin borrar aquella permanente sonrisa que lucía desde que habíamos empezado aquellas mini-vacaciones.

–Estoy segura de que aprenderás rápido. Eres muy inteligente.

–Solo lo dices para que acepte el trato –sentenció levantando una ceja.

–Puede ser... Pero, al fin y al cabo, no es un juego complicado.

–Tienes razón. Si sabes jugar tú... –le dediqué una mirada asesina que solamente consiguió que Max riese a carcajadas. –Venga, vamos. Enséñame a jugar. Y explícamelo bien. No te aproveches de mi ignorancia...

–Uy, me has pillado –bromeé mientras empezaba a esparcir las cartas sobre la mesa para poder explicarle cómo jugar. –Vale... el juego es muy simple. Hay cartas de cuatro colores diferentes: amarillo, rojo, azul y verde. Pero también tienes diferentes números, así que cuando yo ponga una carta en el centro, tú puedes echar una del mismo color o del mismo número.

–¿En serio vamos a jugar a esta tontería? –me interrumpió, ganándose una mirada de reproche por mi parte. –Vale, cierro el pico.

–Así me gusta –respondí sonriente. –A parte de las cartas normales, tenemos otras especiales. Esta te permite cambiar de color, con esta me prohíbes jugar una ronda y con esta cambias el sentido. Ah, y estas son mis favoritas –anuncié con entusiasmo. –Más dos y más cuatro. Si las pongo en el centro, tienes que tomar dos o cuatro cartas del montón.

–Entonces, el propósito del juego es... ¿deshacerse de las cartas? –preguntó algo confuso.

–¡Exacto! Gana el que antes eche todas las cartas –Max frunció el ceño, algo confuso. –¿Pasa algo?

Lust | Max Verstappen (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora