Capítulo 17.

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Lo malo vino en el segundo trimestre, cuando mis compañeros empezaron a coger confianzas. Para mi mala suerte, después de haberme ignorado durante tres meses completos; se dieron cuenta de que existía, muy a mi pesar. Casi hubiera preferido que siguiera siendo invisible para ellos porque no paraban de decirme a diario lo rara que era, lo fea que era y lo gorda que estaba. Lo que no entiendo bien es porqué la tomaron conmigo de esa manera, jamás dije nada de ninguno de ellos, nunca hice nada para que me dijeran todas esas cosas dolorosas. Al principio me daba igual lo que decían, me insultaban o hacían comentarios hirientes sobre mi aspecto físico y la verdad que no me afectaba, hacía oídos sordos y los ignoraba, era lo mejor que podía hacer en lugar de responderles y seguirles el juego, pero cuando tenía que oír lo mismo un día tras otro acabé creyéndome todo lo que me decían. Era rara, fea y gorda, tenían toda la razón. ¿Cómo no me había dado cuenta antes? 

Alma gélida y de porcelanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora