Mientras las burlas de mis compañeros cada vez eran más diarias y más constantes, mi escasa autoestima iba cuesta abajo y sin frenos. Me sentía inferior a todo el mundo, ellos me hicieron sentir así.
Me miraba al espejo y no me veía tan gorda, tan fea; nunca fui una belleza fantástica pero tampoco era desagradable a la vista, no entendía porqué querían hacerme creer algo que no era. Mis amigas decían que trataban de herirme de esa forma porque me envidiaban, pero, ¿qué tenía yo que pudiera causar envidia? Absolutamente nada.
Fue un día en el cual me paré exhaustivamente a analizarme físicamente y me di cuenta que mis compañeros tenían razón con las cosas que me decían. Mi aspecto era bastante desaliñado, necesitaba un cambio radical urgentemente. Me decía a mí misma que parecía una niña pequeña, pero es que en realidad eso es lo que era, una niña pequeña, solamente tenía doce años. Mi pelo estaba siempre encrespado, sin forma y lo solía tener recogido en dos coletas o en una trenza, no me maquillaba, usaba gafas y mi madre me elegía aún la ropa. Era lo que comúnmente se denomina un adefesio.
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Alma gélida y de porcelana
Teen FictionLa historia que voy a contar a continuación es dura, no esperes un cuento de hadas con final feliz, no esperes a la preciosa e inocente princesa rescatada por el perfecto y guapísimo príncipe. No. Realmente toca unos temas difíciles y jodidos que la...