Empecé a fijarme mejor en las chicas de mi instituto, la mayoría iban vestidas con unos modelitos divinos, perfectamente conjuntadas y con ropa 'guay', iban tan bien peinadas como si hubieran asistido a una sesión doble de peluquería y sin olvidar mencionar el excesivo maquillaje que les tapaba toda la cara sin dejar ver nada de su belleza natural. Me parecía un tanto grotesco que unas chicas tan jóvenes tuvieran la apariencia de una chica de veinte años, pero viendo cómo los chicos las miraban y lo hermosas que se veían sentí envidia, yo también quería que me miraran de esa manera, que me hiciera sentir deseable, que todos volvieran la cabeza al verme pasar por delante de ellos, sí, definitivamente iba a cambiar, iba a volverme como una de esas chicas, pero claro, eso tendría que esperar como mucho un año más, mi madre no me permitiría jamás ir con esas pintas al instituto. Solía decir que las chicas que iban así al instituto eran las más guarrillas, así que no me quiero imaginar cómo se pondría de alterada e histérica si le decía que yo quería ser como ellas. Ni pensarlo.
A medida que el curso iba avanzando me di cuenta que tenía que esforzarme duramente si quería mantener las buenas notas que siempre había tenido, pero qué difícil era, mis antiguos y diarios ochos, nueves y dieces empezaron a convertirse en sietes y poco más. Los exámenes eran bastante complicados y nos mandaban demasiados trabajos y deberes para casa, cuantísimo extrañaba mi viejo colegio, lo fácil y simple que era todo allí...
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Alma gélida y de porcelana
Teen FictionLa historia que voy a contar a continuación es dura, no esperes un cuento de hadas con final feliz, no esperes a la preciosa e inocente princesa rescatada por el perfecto y guapísimo príncipe. No. Realmente toca unos temas difíciles y jodidos que la...