Especial. Vuelta de nuevo a esa palabra, no estaba sola decían, era especial decían, me sentía así porque era especial. Mentira. Siempre mentiras para hacerme sentir mejor, para aliviarme y quitarme esas ideas de la cabeza. Opté por darles la razón y dejar que mi mente siguiera atormentándome, y callaba. Vivía sin decir realmente lo que de verdad pensaba, en mi propio mundo, en mi propia realidad.
Y esa era yo, la chica gordita que se creía delgada, la chica a la que le aterraban las personas. Pero sobre todo, la chica que se lo guardaba todo para sí misma y no dejaba que nadie la ayudara. Ya podía estar en lo más profundo y hondo del pozo que iba a rechazar a cualquier mano que se ofreciera a sacarme.
En ese momento de mi vida, mi mente estaba ya tan dañada que perdí el norte de mis pensamientos, no tenía conciencia de lo que era real o no. Mis recuerdos estaban distorsionados y sólo me acordaba de cosas sin importancia, como si alguien hubiera tenido el poder de acceder a mi cerebro y borrar toda la información que hubiera querido. Olvidaba los buenos recuerdos pero, sin embargo, los malos recuerdos estaban ahí, atormentándome, y a día de hoy siguen igual. Mi mente es muy selectiva, recuerda lo que cree que merezco recordar. Lo peor de todo es que solo recuerdo las cosas más horribles. No me parece nada justo.
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Alma gélida y de porcelana
Ficção AdolescenteLa historia que voy a contar a continuación es dura, no esperes un cuento de hadas con final feliz, no esperes a la preciosa e inocente princesa rescatada por el perfecto y guapísimo príncipe. No. Realmente toca unos temas difíciles y jodidos que la...