Pov. Taylor Smith

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FUERA DE LA TENSIÓN LATENTE DEL AULA 3B, Taylor estaba de pie en el pasillo, con la espalda apoyada en el frío hormigón pintado

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FUERA DE LA TENSIÓN LATENTE DEL AULA 3B, Taylor estaba de pie en el pasillo, con la espalda apoyada en el frío hormigón pintado.

Intrigado por la intensidad del intercambio, Taylor se acercó lentamente a la clase, manteniéndose fuera de la vista, pero lo suficientemente cerca para escuchar lo que estaba ocurriendo. Desde su posición en el pasillo, el aliento de Taylor empañaba el pequeño cristal de la ventana situada en la puerta, sus ojos rastreaban la solemne procesión de estudiantes mientras intercambiaban susurros incrédulos y miradas preocupadas. Como espectador perspicaz, Taylor absorbió la gravedad del momento, aunque estuvieran separados físicamente por el umbral que delimitaba el caos del aula de la quietud del pasillo.

Entonces Taylor se dio cuenta, no del ruido, no del conflicto, sino de la repentina y aguda claridad de su propia preocupación por Gloria. La comprensión surgió lentamente, como los primeros rayos del amanecer que se extienden por un cielo oscurecido. Las palabras de Gloria, apasionadas e inflexibles resonaron en Taylor, que pensó en ellas no sólo como expresiones de un intelecto ardiente sino como ecos de algo más personal, más visceral.

Taylor se acercó a la puerta, atraído casi magnéticamente por la postura desafiante de Gloria. Había una electricidad en el aire, una carga que las estremecía y las enervaba. Cuando las voces en el interior alcanzaron su punto álgido, las vendas cayeron de los ojos de Taylor, y comprendió: sus instintos protectores no eran una mera preocupación platónica; eran los hilos de un intrincado tapiz de afecto.

A medida que seguía escuchando, Taylor notó que el tono de la discusión comenzaba a cambiar. Las voces alzadas y desafiantes se volvieron más intensas, y el ambiente se cargó de tensión. La entrada del profesor en la discusión no hizo más que complicar el nudo de emociones que Taylor sentía. A medida que la situación se agravaba, ya no se trataba de doctrinas o debates. Lo que estaba en juego parecía personal, y el impulso de Taylor de intervenir se volvió abrumador, no sólo para sofocar la discordia, sino para proteger a Gloria.

Los estudiantes se volvieron más cautelosos, conscientes de que estaban siendo observados por alguien con poder para influir en su evaluación. La dinámica de la discusión se volvió más polarizada, con un alumnos buscando el favor del profesor mientras que otro se resistía a ceder terreno. La intervención del profesor no solo añadió presión adicional, sino que también cambió la dinámica de poder dentro del grupo, convirtiendo la discusión en un campo de batalla donde cada palabra y gesto eran examinados con escrutinio.

Las palabras del individuo que se suponía que era el maestro sonaban vacías, sin el compromiso y la actitud necesaria para enfrentar los problemas de la manera adecuada. Taylor se dio cuenta de que solo proponiendo soluciones superficiales no se iba a llegar a ninguna parte.

Como no le gustaban los enfrentamientos, especialmente cuando Gloria estaba en el centro de ellos. Taylor se había escabulló, sin pasar desapercibido, pero sin estorbar mientras la tensión de la clase se agudizaba en el campo de batalla en que se había convertido la clase.

La decisión de marcharse fue impulsiva pero necesaria: Taylor conocía el valor de una intervención rápida. Con un propósito enérgico, navegó por los pasillos familiares. Taylor se encontró con el despacho de su hermana Harper, la coordinadora del colegio conocida por su habilidad para manejar situaciones difíciles. Sin perder tiempo, Taylor entró a su despacho sin siquiera tocar la puerta, mostrando una urgencia evidente en su rostro.

Harper, sorprendida por la entrada abrupta de su hermano y su expresión seria, sabía que algo serio debía estar sucediendo. Se levantó rápidamente de su silla y se acercó a Taylor, esperando cualquier explicación.

-Harper, necesito tu ayuda -la voz de Taylor llevaba un inconfundible tono melancólico-. Hay una acalorada discusión en el 3B y ha llegado a un punto crítico. Gloria está involucrada, y temo que las cosas puedan salir mal, especialmente para ella.

Harper, al entender las peticiones secretas de Taylor, pudo notar los indicios de un amor que estaba floreciendo. Había observado cómo los ojos de Taylor buscaban a Gloria en medio de la multitud y cómo su postura cambiaba sutilmente cuando hablaban. No era solo preocupación lo que se percibía en la voz de Taylor; había una nota ansiosa de alguien que temía por el bienestar de su amada Gloria Rivera.

Una oleada de ternura bañó a Harper, combinada con un sentido del deber de ayudar. -Taylor, no te preocupes, haré todo lo que esté en mi mano -aseguró Harper, no sólo como una coordinadora decidida a resolver un altercado, sino como una hermana que comprendía las capas más profundas de la petición de su hermanito.

El reconocimiento repentino de Taylor de sus sentimientos por Gloria, antes apenas susurrados en su corazón, resonaba ahora con la claridad de una campana en el silencio del pasillo.

Cada encuentro con Gloria se volvía un deleite para Taylor. Su corazón se agitaba al verla sonreír y su voz era como música para sus oídos. No podía negar que cada vez que estaba cerca de ella, su alma se llenaba de una calidez inexplicable.

Poco a poco, Taylor comenzó a darse cuenta de que esos sentimientos iban más allá de la amistad. Los pocos momentos compartidos con Gloria se volvieron las chispas que encendían su corazón, y anhelaba cada instante en su compañía.

Sin embargo, la incertidumbre se apoderaba de Taylor. No sabía si Gloria sentía lo mismo, o si aquellos susurros de amor en su corazón eran solo una fantasía. Tenía miedo de arruinar su avance y perder la cercanía que tanto apreciaba.

 Tenía miedo de arruinar su avance y perder la cercanía que tanto apreciaba

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