Amelia
El viaje a Italia fue mucho más rápido de lo que pensé. Las ocho horas de vuelo me la pasé leyendo cientos de revistas en italiano y escuchando música del mismo idioma para poder aprender algunas palabras. Tampoco es que desconozca por completo el idioma ya que de pequeña tomé algunos cursos para aprender lenguas diferentes a la mía, pero siempre es bueno obtener más información de lo que ya sabes.
Cuando bajamos del jet privado nos dirigimos de inmediato a la camioneta blindada que nos esperaba para ir directo a la mansión que papá rentó para el fin de semana que veníamos.
Nunca pensamos necesitar comprar una casa en otro continente hasta que llegamos a este.
Me dedico todo el camino que queda para conversar con mi padre sobre lo que sucederá hoy en la fiesta de máscaras.
—¿Tienes un vestido, cierto?
—Sí padre. Sabes que me compré unos pares ayer y traje todos. A parte de mi maleta con otro tipo de ropa.
Ya había empacado todo para quedarme. No iba a ser un viaje de retorno para mí, al menos no ahora.
No me dolió dejar mi país o la ciudad, no tenía algo que me haga querer quedarme ahí a parte de estar con mi padre. Pero sabía que esto solo iba a ser temporal.
—Recuerda que hoy se conocerán, así que debes lucir gentil y tímida. No amenazadora como sueles ser.
Ruedo los ojos y una ligera sonrisa traicionera se dibuja en mi rostro. ¿Yo gentil? En la vida.
Podría tratar de fingir, pero no creo que se me dé muy bien.
Minutos después el carro se detiene frente a una gran villa de dos pisos, una pileta enorme nos recibe en el jardín delantero y varios del personal saludan inclinando la cabeza como si se tratara de la realeza.
Estoy segura que mi padre pidió que hagan eso. Suele hacerlo cuando vamos a algún lado.
Un mayordomo de casi la edad de mi padre se acerca a nosotros para inclinar la cabeza nuevamente. Lleva un traje de servicio, perfectamente arreglado y planchado, su cabello está peinado hacia atrás mostrando la gran cantidad de canas que aporta y tapando algunas zonas calvas de su cabeza.
Me coloco los lentes de sol en la cabeza para atrapar los mechones oscuros que se colaban en mi rostro.
—Buenas tardes señorita Strong y Don Strong, benvenuti a Roma.
—Grazie. —Me limito a responder mientras paso por su lado para entrar a la mansión.
Lo primero que me atrapa es el color blanco con el perla combinando el uno con el otro. Todo está hecho de mármol y algunos retoques modernos. Pero lo rustico reina en el lugar.
Escucho a una señora de limpieza que trae las maletas indicar que mi habitación se encuentra en el segundo piso a la derecha, le agradezco. Mis sandalias altas golpean la madera del suelo mientras me dirijo al lugar que me indicó. Dos pares de puertas me reciben y las abro al mismo tiempo deleitándome con la vista.
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Divina Tentación
Teen FictionEn un mundo donde las lealtades se tejen con balas y promesas, mi destino se entrelaza con el de Gianfranco Schiaparelli, un heredero de la mafia italiana. Obligados a casarnos para sellar la paz entre nuestras familias, nuestro matrimonio es mucho...