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Amelia

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Amelia

No espere estar en pleno Roma, a la hora más turística posible acompañada de la hermana del asesino de mi hermano y con quien vine a ver mi vestido de novia porque me casaré con su hermano. Pero a veces la vida es una ruleta de mierda.

Vittoria me habla de varias cosas al mismo tiempo, aunque trato de escuchar al menos una de todas las palabras que dice por segundo.

—¿...Estados Unidos verdad? ¡Debes de conocer a Adele! Es una cantante muy famosa ahí, siempre hace conciertos y todos la aman. ¿Tú la amas?

—Me gusta.

Le respondo cortante. Nunca la he visto. No se me ha permitido salir.

Poso los ojos en su rostro y noto cómo se le ilumina cuando admito mi gusto hacia una cantante que también le gusta. Decidí cambiarme el vestido descarado y seductor por una blusa blanca y falda lisa amarilla con unas botas del mismo color. Mientras que ella viene con jeans ajustados y top que dice "Future Milf".

La hermana pequeña de Gianfranco es todo a lo que me imaginada. Me esperaba a una maldita víbora malcriada que me jodería la existencia.

En cambio, es una chica de casi mi edad que se ha pasado todo el camino hablando de lo mucho que ama ver películas y salir de fiesta cuando su hermano se lo permite. Incluso trató de contarme un chiste para hacerme sonreír, pero no lo logró y ni recuerdo cuál me dijo.

—¡Mira Amelia! Ahí hay una tienda famosísima de vestidos.

No alcanzo a ver ni el nombre de la boutique cuando Vittoria me arrastra empujando de mis hombros y cruzamos la calle con cuidado de no tropezarme con las piedras.

Entramos y saluda amistosa a todo el mundo hablando en italiano sobre que estamos buscando un vestido.

Ruedo los ojos cuando las encargadas de la tienda me hacen ojitos y felicitan en italiano. ¿Por qué tanta emoción por una simple boda?

Paseo la mirada por todas las futuras esposas, varias de ellas están con su familia y lloran mientras se ven al espejo con su vestido indicado luego de haber ido al menos a diez tiendas y probarse treinta vestidos. Quisiera poder yo sentir esa emoción.

Pero es algo imposible de sentir cuando me casaré con el hombre que debo matar.

Apenas he podido hablar de temas personales con Gianfranco como para poder saber más acerca de su pasado, saber su punto débil. Aquel talón de Aquiles que tirar y golpear para poder derrumbarlo en un segundo y tenerlo a la palma de mi mano.

No veo la hora de que me tenga tanta confianza para llevarlo con mi padre y acabar entre los dos con su miserable vida.

Sus ojos verdosos aparecen en mi mente y un cosquilleo me recorre por la columna vertebral. El recuerdo de cuando me acaricio la noche del baile me atormenta cada segundo y lucho con mi impulso de no cometer estupidez alguna que vaya a arruinar mis planes. Siempre he podido hacerlo todo yo sola, nadie nunca me ha desviado de mi meta ni mucho menos me he retrasado o fallado.

Divina TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora