21

213 20 4
                                    

¡Este capítulo contiene escena sexual!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Este capítulo contiene escena sexual!

Disfruten

━━━━━━✧♛✧━━━━━━

Amelia

No me atreví a entablar conversación con Gianfranco durante el camino hasta su burdel. Y creo que él tampoco tenía ganas de hablarme ahora mismo.

Todo momento se la pasó tirando maldiciones en idiomas diferentes al celular y con su ceño fruncido al igual que los labios torcidos. Yo por mi parte solo he mirado por la ventana y repasando en mi mente cómo se supone será el plan.

Algo muy sencillo: Bailo frente a todos, me acerco a Enzo, nos vamos al privado y le pongo la droga para que quede frito.

Mi estómago se aprieta un ligero segundo al pensar que un solo movimiento en falso y se jode todo.

Nunca antes había hecho tanta mierda como esta. Mi padre se encargaba de que, si yo tenía ganas de atrapar a alguien y torturarlo, sería en mi propia casa rodeada de diez hombres. Una vez se me permitió ir a un bar cerca a la mansión para capturar a un idiota que era esposo de una criada en la casa y me enteré la golpeaba constantemente. Absolutamente todos en el lugar eran los hombres de Eduardo Strong: Desde el que servía las bebidas, hasta el más borracho del lugar.

No tuve que esforzarme tanto para tener una cerveza en mi mano y fingir que me tropecé con él, a veces tener un gran cuerpo y hermosa sonrisa hace que sea fácil el trabajo. Solo bastó un roce de mi mano con su brazo para llevarlo al baño de hombres y ahí, en menos de un pestañeo, le golpee la cabeza contra el lavamanos rompiéndolo en el camino y cayendo como un saco de papas desmayado.

Para cuando despertó en el sótano atado de pies y manos como una estrella contra la pared, ya había cortado sus dedos de las manos y estaba a punto de arrancarle el miembro.

Solía hacer eso con los violadores y meterles su verga por el culo u obligar a que se los coman por la boca. La sirvienta no me dijo si la había tocado de esa manera, pero más vale prevenir que lamentar. ¿Cierto?

Pasé años torturando a hombres, tantos que no me enorgullece mucho revelar la edad desde que lo hago. En el mundo de la mafia no existe una infancia feliz.

De hecho, no existe una vida feliz.

Mis recuerdos se dispersan cuando la limusina se detiene a espaldas de Passione. Con la mirada busco el rostro de Gianfranco y me doy cuenta que ha estado hablando por teléfono. Justo cuando me pierdo en mis sangrientos pensamientos, se digna a hablar.

—¿Segura que podrás? —Francesco se dirige a mí desde el otro lado del vehículo.

Le dedico una mirada de pocos amigos.

Divina TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora