Donde Evangeline es hechizada por su reservado compañero de oficina y él no puede aceptarlo.
historia corta y simple, inspirada en la música que me mandan <3 Disfruten
And all I've seen Since eighteen hours ago Is green eyes and freckles and your smile In the back of my mind making me feel like I just wanna know you better
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Harry Styles.
Había sido una semana difícil para Evangeline desde el cumpleaños de Leah.
Tuvo muchas peleas internas consigo misma y todo por culpa de un hombre, esa era la peor parte del asunto, era por un hombre a quien realmente no conocía. Se regañó vez tras vez cuando se encontraba a sí misma haciendo su silla hacia atrás para hacerse la tonta y ver a Harry aunque sea de pasada, ahora que era consciente de que estaba tan cerca cada día; era imposible ignorar su existencia.
¿Era tan malo? Pues si, para ella si.
En la semana entera se repitió doce veces una misma situación: estar en plena llamada con inversores o colegas del edificio para luego parecer una completa tarada al quedarse muda y tan solo por girar en su lugar distraída y accidentalmente parar sus ojos en Harry... Harry sin apellido por ahora.
Ese era el asunto, solo conocía su nombre y ni su apellido pero hasta si no supiera quien era de igual manera era probable que se quedara pasmada ante lo que para ella era el hombre más atractivo que había visto en su vida.
Estaba tan bien, tan bien que la sacaba de sus casillas, sin embargo no podía darse el lujo de distraerse en un rostro bonito o en un alto y esbelto físico, estaba en un trabajo machista que la evaluaba mil veces más que a sus compañeros hombres, debía mantener el foco cada hora y dejar de perderse en el perfil de su colega. A veces pensaba que el mundo la estaba probando y probando que tan determinada era, ya que... vamos, era su tipo exacto de hombre en la manera más ideal que pudo imaginar, pero ademas usaba lentes ¡Era el colmo! a Eva le encantaban los hombres con lentes, era lo único que le faltaba.
Sabía reconocer lo que estaba pasando porque era una situación que le pasaba desde niña: atontarse a la distancia era una manía de la que no podía escapar no importa cuantos años pasaran. Sabe reconocer que pasaba lo mismo que con Greg, su vecino que la invitaba a jugar y al que nunca le dijo cuanto lo quería, le podría pasar lo mismo que con Juan en primero de secundaria cuando se enamoró del chico más callado de todo el salón, a quien nunca le pudo hablar. A Eva e pasa lo mismo que con Dustin, ese alumno de su papá que llegaba cada lunes y cada miercoles a aprender Geografía, le pasaba lo mismo que con su profesor de marketing II en la universidad, por quien babeó casi tres años sin poder ni siquiera mirarlo a los ojos cuando le entregaba la tarea, aún si le hablaba a todas sus amigas de el joven ojiazul.
