CAPÍTULO IV

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TAVI

Las rodillas amenazan con fallarme cuando tengo frente a mí a Bruno Santos y me doy cuenta que es el mismo hombre con el que me acosté unos meses atrás, sin embargo él parece imperturbable y me doy cuenta que seguro no me reconoce, porque su expresión no cambia, al contrario me mira como si fuera una mosca en su comida.

Lo que me molesta en demasía.

Mientras yo sueño con él casi todas las noches él ya me ha olvidado.

A mí nadie me olvida.

Incluso Alex, que fue él quien me cortó a intentado comunicarse nuevamente conmigo diciéndome que tomó una decisión precipitada.

— Es un gusto conocerte, Octavia. — extiende la mano y yo solo la miro como imbécil, no puedo obligar a mi mano a corresponder el saludo.

— Tavi — escucho la voz de mi mamá y por fin reacciono y extiendo la mano para estrecharla, su gran mano cubre la mía con un fuerte apretón que ocasiona un hormigueo que se extiende de mi brazo a todo el cuerpo.

— Mucho gusto— es lo único que puedo balbucear.

Mi padre, como el caballero que es, me retira la silla para que me siente y lo hago aún en shock.

Bruno en cambio, no me dirige una segunda mirada y eso me molesta, ¿en verdad no sé acuerda de mí?

Estoy tentada a preguntarle directamente, pero eso sería una completa estupidez con mis padres presentes.

— ¿Cómo pasaste el día, Solecito? — la voz de mi padre interrumpe mis pensamientos, está sentado junto a mí sosteniendo la mano de mi madre sobre la mesa. Su bigote se mueve un poco cuando sonríe.

— Bien papá, fue muy relajante. — me obligo a recomponerme o ellos se darán cuenta de que algo me pasa.

— Me alegro.

La mesera nos entrega los menús, sonrojándose cuando le entrega la carta a mi papá y poniéndose aún más roja cuando se la entrega a Bruno y este le agradece amablemente mirándola a los ojos.

Una vez que nos colocan los platos empezamos a cenar mientras mis padres cuentan cómo vivieron el embarazo  y mis primeros días de vida. A lo cual Bruno presta atención asintiendo de vez en cuando.

Su teléfono empieza a sonar con la entrada de una llamada, lo saca del bolsillo interno de su saco, después de ver el nombre en la pantalla lo apaga volviéndolo a guardar.

— ¿Y por qué tardaste tanto en regresar a México?— pregunta Tobías y me sorprendo al estar más que pendiente de su respuesta.

— Mis negocios en el extranjero me lo impidieron.— contesta con simpleza, su voz es grave, muy grave, bien podría dedicarse al negocio de la locución.

— ¿Planeas quedarte por mucho tiempo? — continúa Tobías. Es un metiche y chismoso.

— Mi estancia es indefinida, pero tengo pendientes en Londres que eventualmente me harán volver.

— Ya veo. Seguro dejaste muchas chicas allá que te extrañarán.— mueve las cejas de arriba abajo mientras sonríe.

— En realidad no.— reacomoda la servilleta en su regazo— Si quieres mañana podremos reunirnos para cenar y hablar de mí, pero esta noche no me parece adecuado que la plática se centre en mí cuando estamos celebrando el cumpleaños de tu hermana.— ni siquiera me mira cuando se refiere a mí.

— Ella no es mi hermana — contesta el insensato encogiéndose de hombros. Yo pongo los ojos en blanco mientras mis padres lo miran con ojos entrecerrados.

BESAR LA LLUVIA [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora