CAPÍTULO XIV

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MARATÓN 1/3

TAVI

— ¿Y si mis papás se divorcian? — lloro en el hombro de Esther mientras ella me abraza y me acaricia el cabello.

— No pienses eso, Tavi — me consuela — los matrimonios no son perfectos, siempre hay problemas y la mayoría de las veces se solucionan.

— El de mis papás sí es perfecto — lloro más — ellos nunca se pelean, nunca gritan, no discuten, ellos se aman mucho  y ahora de repente los veo distanciados y los escucho discutir.

— La verdad yo creo que más bien nunca los viste pelear.

— ¿A qué te refieres? — moqueo y me separo de sus brazos, ella me mira con ternura y me pasa un paquete de pañuelos de papel para que me limpie las lágrimas.

— Me refiero a que estoy cien por ciento segura de que han tenido sus diferencias, pero siempre fueron muy cuidadosos de que tú y tu hermano no se dieran cuenta, al fin y el cabo los problemas eran entre ellos y no querían que les afectara a ustedes, incluso ahora siguen siendo discretos, fue mala suerte que  ayer que llegaste los hayas escuchado discutiendo.


— Pero, mamá se escuchaba muy enojada cuando le reclamaba a papá, pelearon por otra mujer — lloro todavía más tan solo de contemplar la  idea de una separación — él decía que solo era una trabajadora de una de sus empresas.

— ¿Crees que tu papá sería capaz de hacer algo así?

— No — contesto rápidamente, confío en papá y sé que jamás traicionaría a mamá de esa y de ninguna manera.

— Entonces solo debe tratarse de un mal entendido y tu mamá se puso celosa. Es válido que de vez en cuando  después de tantos años de matrimonio ella sienta celos.

— ¿Crees que solo sean celos infundados? — pregunto esperanzada, al aferrarme a esa posibilidad las lágrimas empiezan a cesar.

— Si, solo debe ser eso. De todos modos puedes acercarte a tu mamá o tu papá y preguntarles si pasa algo con ellos que tú y tu hermano deberían saber. Si está pasando algo que les afecta directamente a ustedes, como un posible divorcio o una crisis matrimonial seguro te lo dirán, ya no eres una niña, eres una adulta y tú hermano, aunque mas joven, también lo es.

— Gracias Ess, así lo haré.

Tengo miedo, pero no se lo digo.

Tengo miedo de que su respuesta no me llegue a gustar y que verdaderamente se vayan a separar.

— ¿Ahora qué te parece si vamos por un pastelito a la cafetería?— propone.

— Vamos — acepto, antes de salir busco mi espejo en mi bolsa para comprobar mi aspecto. Soy un desastre. Mis ojos están rojos y el rímel corrido, lo retoco rápidamente y nos vamos.

Cuando salimos encontramos a Bruno parado casualmente frente al escritorio de Esther, luce muy interesado en las flores que le llegaron hoy a mi amiga.

Por un momento me pregunto si mis patéticos chillidos se habrán escuchado hasta aquí afuera y si él los habrá oído, pero no creo, además no parece que Bruno sea la clase de persona que escucha a escondidas.

Lo que sí creo es que le interesa saber quién le envía las flores a Ess, pues cada vez que llegan le pregunta si ya sabe quién las envía.

Eso para mí es sospechoso.

Sacudo la cabeza internamente por la posibilidad de que sea él su admirador secreto.

Esther lo saluda y le informa a dónde vamos, yo  sigo caminando y siento que Ess me sigue para alcanzarme.

— Cuándo regresen —  habla Bruno fuerte y claro haciendo que me detenga, mi amiga hace lo mismo a juzgar por el cese del ruido de sus zapatos. — necesito que me presenten los avances de la beneficencia para repasar la lista de invitados y definir las organizaciones que serán acreedoras de los fondos.

Milagro se acuerda de la beneficencia, Esther le ha estado pidiendo su opinión respecto a la temática de este año y demás cosas, pero él en su lugar nos dio carta blanca para que hiciéramos lo que queramos.

Que ni se le ocurra poner algún pero a lo que tenemos planeado, porque entonces no me quedaré callada.

— Si señor — contesta Esther — no nos tardamos.
— Empieza a caminar y yo hago lo mismo — ¿quiere que le traigamos algo?  — mi amiga se vuelve a detener pero yo no lo hago.

— Eres muy amable Esther, pero no gracias, estoy bien.

— De acuerdo. — dice mi amiga y sigue caminando hasta alcanzarme. — A veces me gustaría presentarle alguna de mis primas al jefe — comenta casualmente  cuando estamos a punto de entrar al ascensor, pero detengo mi paso abruptamente.

— ¿ Qué? — casi grito.

— Si, ¿no vez la cara de limón agrio que siempre trae? Al jefe le hace falta una novia, seguro así le mejora el humor. ¿No te parece buena idea?

Entra al elevador y yo me obligo a hacer lo mismo.

Esther me mira atentamente mientras el aparato baja.

— ¿Qué? — le digo un poco exasperada por como me ve.

— Te pregunté si no te parece buena idea.

— Si, seguro. Deberías hacerlo. — Esther se ríe a mi lado, nunca la había escuchado reír así, tiene una risa muy chistosa parece un ratón.

— A mi prima Citlali seguro le gustará, ya tiene un hijo, pero pienso que el jefe será buen papá, oh ya sé — chilla emocionada — Mejor le voy a presentar a mi prima Martina, es bailarina de un club nocturno, pero no creo que el jefe sea prejuicioso. — parlotea —  Puede conquistarlo bailándole. Incluso le bailaría gratis, a menos que él le quiera meter billetes en la tanga o algo parecido, ya sabes, esas cosas que hacen los hombres en esos lugares.

— Ni se te  ocurra, Esther — exploto justo cuando el ascensor se abre en el pasillo hacia la cafetería.

BESAR LA LLUVIA [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora