CAPÍTULO III

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TAVI

— ¿Qué es eso que tienes en el cuello?

¡Atrapada!

Me llevo la mano inmediatamente al cuello, pero obviamente ya es demasiado tarde, ya la vio,  entra a la habitación cerrando la puerta tras ella.

Me giro en mi silla y miro a mi madre que tiene las manos en las caderas, ella es la única en ésta casa que sabe con certeza que ya no soy virgen, fue a la primera a quien se lo conté cuando decidí dar ese paso, pero eso no significa que me sienta orgullosa de que vea lar marca de mi desenfreno de anoche y menos quiero que sepa el lugar a donde fui para que sucediera.

Al ver mi expresión asustada su mirada y postura se suaviza para después tomar asiento en mi cama.

— Mamá yo… yo — balbuceo, no quiero entrar en detalles al respecto.

— Perdón si me sobresalté y te asusté, corazón, solo que no esperaba que volvieras con algo así, especialmente conociendo a tu padre.

— Descuida mamá,  no sé en qué momento sucedió, lo noté ésta mañana y no pude hacer nada para desaparecerlo.

— Ya se nos ocurrirá algo, mi vida, solo dime por favor que fuiste cuidadosa en otro aspecto más importante. — palmea el colchón a un lado de ella para que me siente.

— Si mami, fui precavida. — sonríe y me abraza para que descanse la cabeza sobre su pecho mientras me acaricia el cabello.

— Se que a tu edad es normal que experimentes tu sexualidad, pero siempre ten presente que debes ser responsable, un embarazo no es la única consecuencia del acto, también las enfermedades.

— No he olvidado todas las pláticas que hemos tenido al respecto.

Meses antes de mi primer menstruación mamá me habló sobre lo que le pasaría a mi cuerpo en la adolescencia, papá iba a tener esa plática conmigo pero se bloqueó y mamá llegó a su rescate, fue gracioso verlo intentar hablar de ese tema, divagaba bastante y estaba rojo como un tomate.

En aquel entonces me pareció un poco incómodo hablar de sexo con ellos,  después cuando tuve mi primera regla mamá me llevo con una ginecóloga para que me hablara sobre todos los métodos anticonceptivos y me explicara profesionalmente todo la información que  había resumido y suavizado meses atrás en su explicación sobre florecitas y polen.

— Eso espero corazón y también recuerda que no solo debes cuidar tu cuerpo, también tu corazón. — me da un toquecito en el dalo izquierdo del pecho.

— Yo no soy de las mujeres que se enamora del primer hombre con el que se acuesta, más bien son ellos los que se enamoran, ninguno tiene lo que busco, así que eso ni me preocupa.

— Ay cariño — mamá suspira y puedo sentir su pecho temblar por el esfuerzo de contener su risa.

— ¿Qué te hace gracia? — me incorporo para verla con los ojos entrecerrados.

— Nada Tavi, solo que me recordaste a alguien.

— ¿A papá?

— Digamos que el tenía una forma de pensar similar a la tuya, pero…

— Pero llegaste tú y le demostraste que estaba equivocado — concluyo.

— Algo así.— mueve la cabeza.

— Ustedes son mi ejemplo, ¿sabes? Eso es lo que busco, algo que sea por lo menos una fracción de la perfección que son ustedes dos juntos.

— Así no funciona corazón, tu padre y yo no somos perfectos, nuestro matrimonio tampoco lo es, discutimos, nos enojamos, tenemos defectos, la clave es amarnos incluso en esos momentos, no busques a un hombre perfecto hija, busca a un hombre que aún con sus defectos puedas seguir amándolo cada día más, eso sí, ten cuidado en no dejarte de amar a ti misma en el proceso.

BESAR LA LLUVIA [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora