CAPÍTULO XVI

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MARATÓN 3/3

TAVI

No lo veo venir.

Ni en  mis sueños más descabellados hubiera imaginado que algo así pasaría.

Tal vez si esto hubiera ocurrido hace unas semanas hubiera sido bien recibido, pero ahora no.

Sin embargo no puedo negar la sensación tan abrumadora que me provocan sus labios, sus manos en mis caderas sosteniéndome posesivamente mientras me besa, mientras me reclama con un beso frente a mí ex novio, al cual había decidido que quería lejos pero que ahora he cambiado de opinión.

Con qué derecho viene Bruno a besarme cuando paso la noche con Martha, lo sospeché cuando los vi llegar juntos y ella le arreglaba la corbata, pero lo confirmé cuando la escuché hablar en el baño con una de sus amigas y decir que había dormido con él.

Además ya lo tenía claro desde aquella reservación en el hotel.

Claro, como aún vivía con nosotros tenia que buscar un lugar para revolcarse.

Esos pensamientos me dan la fuerza de voluntad para empujarlo por el pecho y evitar que siga succionándome el alma a través de su beso, beso que mi orgullo me dio la fuerza de voluntad para no devolverle  y mantener los labios sellados.

Cuando nos separamos tiene la respiración agitada igual a la mía, los labios los  rojos  e hinchados, luce totalmente sensual y apetecible, no sé qué mierda haya pasado para que cambiara de opinión, pero no me importa, hablé en serio cuando dije que yo no vuelvo s cometer el mismo error y eso es lo que Bruno es, un maldito error y además no voy a ser su plato de segunda mesa.

Limpio mis labios palpitantes con el dorso de la mano con rudeza y lo miro con furia.

— No te atrevas a volver a besarme otra vez — le grito. — No eres mi novio, no eres nada de mí a parte de mí jefe y además  — hago una pausa para darle mayor efecto a mis siguientes palabras — Jamás me fijaría en alguien como tú — repito lo mismo que él me dijo y que aún resuena en mi cabeza como un eco.

Él se queda ahí parado parpadeando sin reaccionar.

— Ya la escuchaste — le dice  Alex, haciéndolo a un lado, ya me había olvidado que estaba aquí en primer lugar. — cometí el error de dejar ir a la mujer de mi vida, pero pienso recuperarla. — estoy muy enojada como para refutar sus palabras, en cambio miro a Bruno ambos tenemos el pecho agitado.

— Tal vez lo hagas. — le respondo a Alex dándole esperanzas.

Me giro y me meto a mi auto arranco y me voy, por el retrovisor veo que discuten pero no me importa.

Cuando llego a mi casa me voy directo a mi habitación rogando no encontrarme con nadie y así es.

Me meto directo en mi cama, me cubro con las mantas y empiezo a llorar, estas son las últimas lágrimas que Bruno me hace derramar.


* * * * *


Cuando llego a la oficina, Bruno ya se encuentra ahí, me paralizo un momento al verlo, pero me obligo a avanzar, lo peor que puedo hacer es demostrarle que me afecta su presencia.

— Octavia, tenemos que hablar — pide levantándose de su silla tras su escritorio.

— En un momento te envío tus pendientes para el día — digo lo más profesionalmente fría que puedo.

— No es sobre el trabajo — me agarra del brazo para detener mi camino a mi escritorio.

— Entonces no tenemos nada de qué hablar y por favor no me toques — ignorando el hormigueo en mi brazo donde me está sosteniendo, lo jalo para zafarme.

— Escúchame, por favor.

— No. Tú escúchame. — lo encaro — ignórame, no me hables, no me mires, no me toques y mucho menos me beses. Lo has hecho perfectamente bien en las últimas semanas y así debe seguir.

— No puedo, ya no. — se pasa las manos por el pelo, luce derrotado, cansado y tiene ojeras. Pero no me importa, seguramente Martha lo cansó demasiado anoche.

— Claro que puedes. — sigo mi camino a mi lugar de trabajo.

— Te voy a conquistar, Lluvia — sentencia, deteniéndome con sus palabras.

— ¿Qué dijiste? — me doy la vuelta no muy segura de como me hace sentir su declaración y  cómo me llamó.

— Lo que escuchaste — se acerca a mí pero no me toca, se mantiene a la distancia justa para que solo nuestras ropas se rocen. — No me importa el pendejo de anoche, ya no me importa de quién eres hija, tú vas a ser mía o mejor dicho, vas a volver a serlo.

— ¿Ya no te acuerdas que no soy tu tipo? — me río sin humor.

— Fue bueno ese golpe que me diste anoche —  hace referencia a sus misma palabras que usé en su contra. — Lo dije porque trataba de ser decente, de hacer lo correcto y no defraudar a … — hace una pausa — a tu padre, — debo admitir que me sorprende el tono que usa para decirlo — pero ya no. No voy a pretender ser algo que no soy. En su lugar voy a luchar por lo que quiero ser.

— ¿Y qué quieres ser? — susurro, mi boca se ha secado, pareciera que he tragado arena.

— Tuyo — sentencia con convicción.

Sale de la oficina dejándome con la boca abierta y parpadeando varias veces.

De pronto siento que el equilibrio me falla, así que me siento porque no creo que mis pies sigan siendo capaces de sostenerme, mientras sus palabras se quedan suspendidas en el aire y repitiéndose una y otra vez en mi cabeza.

BESAR LA LLUVIA [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora