CAPÍTULO XV

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MARATÓN 2/3

BRUNO

Abro la puerta de mi departamento y entramos.

— Dime, te gusta, Rosalía — le digo a quien me acompaña.

Ella entra a mi departamento inspeccionándolo todo con ojo crítico, solo espero que considere mi pent-house digno de ella.

Es una dama exigente, pero es mi culpa,  la he consentido demasiado para que sea así.

Estoy muy feliz de que ella esté aquí, por fin a mi lado.

Fue difícil para ambos separarnos, no hubo día en que no la echara de menos, y sé que ella también lo hizo, solo espero que me perdone la separación.

Se lo voy a compensar.

* * * * *

Me despierto muy temprano para hacer un poco de ejercicio antes de irme a la oficina, poco a poco y con cuidado me levanto de la cama tratando de no hacer movimientos brucos para evitar despertar a Rosalía, quien yace plácidamente dormida a mi lado.

La miro por un momento con una sonrisa. Ha engordado, debo cuidar su alimentación, pero debo ser cuidadoso al respecto, no quiero que se ofenda.

A ninguna dama le gusta que un hombre hable de su peso o insinúe que no está en forma, pero mi chica está gorda.

Se estira plácidamente en mi cama, pienso que va a despertar pero no lo hace, continúa pacíficamente dormida.

* * * * *

Salgo del ascensor de mi edificio hacia el estacionamiento, oprimo el botón de desbloqueo de mi auto y  las luces de este  parpadean en consecuencia.

— Vecino — escucho una voz conocida gritar justo cuando pongo la mano en la manija de la puerta.

— Martha, — saludo cortés cuando me giro. — buenos días.

— Buenos días — sonríe alegremente y se atusa el cabello mientras se acerca.  — no quiero ser la clase de vecina molesta, ya sabes, pero mi auto no arranca.

Discretamente echo un vistazo al reloj en mi muñeca,  llevo el tiempo justo considerando el tráfico de la mañana en esta ciudad, de por sí ya se me había hecho un poco tarde. No quiero culparla, pero Rosalía me quitó bastante tiempo, mi chica es bastante exigente con mis caricias y si a eso le agrego el revisar el auto de Martha, verdaderamente llegaré tarde, pero también no me siento cómodo con la idea de que viaje conmigo.

— Lo revisaré — digo resignado, espero que sea algo sencillo, como un como un cable suelto de la batería o algo parecido.

— Muchas gracias — chilla — está por aquí — se gira alborotando el cabello con el movimiento, el olor de su shampoo me satura el olfato y hago una mueca, no es un olor desagradable, pero es demasiado empalagoso para mí gusto, no se compara con el de…

Sacudo la cabeza con vigor para evitar esa línea de pensamiento y mejor me apresuro a seguirla.

Cuando llego el auto ya tiene el capó abierto, hago una inspección rápida verificando las terminales de la batería, las mangueras, etc, pero todo parece en orden.

— Quise buscar el mal yo misma, pero no entiendo nada de lo que hay ahí dentro — explica.

— Todo parece en orden — musito pensativo.

Ella se posiciona a mi lado y se asoma inclinándose para , según ella, revisar también. La miro de reojo, está claro que quiere mostrar su figura, la cual no está mal, para llamar mi atención.

BESAR LA LLUVIA [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora