CAPÍTULO XIII

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TAVI

— Se fue — susurro tratando de disimular la decepción en mi voz.

Mis dedos vuelan a mis labios que todavía hormiguea por el beso de anoche, es una sensación que por más que trato no logro hacer que desaparezca.

— Se fue de la casa, más bien se mudó, dijo que su departamento ya estaba listo — explica mi padre.

— Me acostumbré a tenerlo aquí, creí que se iba a quedar por más tiempo — dice mi madre — me pareció tan abrupta su decisión.


— Sus razones tendrá mamá. — ofrezco esperando que no escarbe más en el tema.

— Si, Kätzchen — papá la abraza — es un hombre adulto que necesita su privacidad.


— Seguro que eso debe ser. — Es todo lo que digo, me excuso y me voy a mi habitación.

Cuando camino por el pasillo hacia mi cuarto no puedo evitar mirar la puerta del suyo.

Me detengo con la mano en la perilla.

¿ Qué estás haciendo Octavia?

¿Por qué quieres entrar a un espacio que ocupó ese hombre?

No me entiendo a mí misma, me cae mal, ya no lo soporto, pero no lo odio.

Esa es la cuestión, el odio es un sentimiento fuerte hacia una persona y yo por él no tengo ningún sentimiento.

No se los merece.

Ni siquiera eso.

Caminando hacia mi habitación me acuerdo de uno de los deseos que pedí cuando soplé las velas de mi pastel de cumpleaños.

Me río irónica y tristemente.

Uno de los deseos fue volver a ver al hombre con el que me acosté en Nueva York.

Qué tonta.

Debo tener cuidado con lo que deseo.

Por lo menos espero que el segundo deseo que pedí se cumpla.

Que Pita vuelva a caminar.



* * * * *



Bruno siempre llega a la oficina después de mí, nos ignoramos mutuamente la mayor parte del tiempo, ahora sí se puede decir que la atmósfera es insoportable o por lo menos para mí lo es.

Esther se ha dado cuenta que algo pasa entre los dos, pero no me atrevo a contarle nada, ni siquiera a Beta y Nina les he dicho nada sobre el beso.

No es por falta de confianza, es por falta de valor.

Estoy tratando de hacer de cuenta que esa noche en la oficina de mis padres, al igual que la noche en Nueva York, nunca pasaron y contarle a mis amigas lo que sucedió y decirlo en voz alta lo hará real y no quiero eso.

Solo quiero ignorarlo, enterrarlo en mi memoria y no  volver a pensar en eso nunca más.

A estás alturas no sé si seré capaz de lograrlo, es difícil cuando lo veo todos los días en el trabajo.

Aunque es evidente que él ha tratado de mantenerse fuera de estas cuatro paredes lo más que puede, es imposible, soy su maldita asistente y tengo que ir con él a todas sus reuniones y estar en constante comunicación con él, aunque sea por estúpidos correos electrónicos.

Un golpe en la puerta me arranca de mis pensamientos.

Sonrío cuando Ess entra con mi arreglo floral del día, siempre llega a la misma hora sin faltar ni un solo día laboral.

— ¿Sabes que es lo curioso? — me pregunta mientras arreglo las flores en mi espacio.

— ¿Qué cosa? — continúo acomodando las flores en el ángulo perfecto en mi escritorio.

— Me dijiste que las flores te llegan sin que tú las pidas específicamente — reflexiona — dices que es porque posiblemente te dieron de alta como clienta desde la primera vez que ordenaste y te emociona descubrir qué tipo de flor y estilo de arreglo te envían cada vez.

— Así es — por fin encuentro la posición perfecta para las  gardenias rojas del día de hoy, cómo mi falda y accesorios.

— Lo curioso es que las flores siempre combinan con el color de tu ropa, ¿el florista como sabría ese dato?

BESAR LA LLUVIA [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora