CAPÍTULO X

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BRUNO

— Nos vamos en cinco minutos — doy tres golpes a la puerta de Octavia pero  no escucho  respuesta, espero unos segundos y agudizo el oído para comprobar si hay ruido pero nada.

Seguro ya está abajo.

Cuando llego a la estancia todo está en silencio, no está en la cocina ni en la sala.

Suelto un suspiro molesto, seguro se quedó dormida otra vez.

Lo había estado haciendo bien la semana pasada, siempre fue puntual para irnos.

¿Qué no entendió que está al límite y una llegada tarde puede traerle consecuencias?

Tengo dos opciones, cumplir con mi palabra e irme sin ella y esperar a ver a qué hora se le antoja a la princesa llegar al trabajo o subir a su habitación y despertarla yo mismo.

No puedo hacer lo segundo, no puedo entrar simplemente a su habitación y sacudirla para que despierte, ¿que tal si duerme desnuda o en lencería?

No, no, no.  No debo pensar en eso.

Qué me importa como duerma y que me importa si llega tarde y recursos humanos le levanta un acta o le da un ultimátum de despido.

He sido claro con las reglas de mi empresa, no hay tolerancia al incumplimiento de las reglas, sin excepciones, ni siquiera para mí.

Reviso mi reloj, ya pasaron diez minutos, si la sigo esperando llegaré tarde, no puedo exigirles a mis colaboradores puntualidad cuando yo también llego tarde.

Tomo mis llaves y mi maletín para irme.

En la puerta me detengo y le echo un último vistazo a la escalera.

Aún no baja.

Maldición.

Chasqueo la lengua por mi estupidez y corro hacia  las escaleras, subo los escalones de dos en dos hasta llegar a la puerta de su habitación y vuelvo a tocar, en esta ocasión mas fuerte.

Espero, pero nada.

¿Qué tal que le pasó algo?

¿Qué le pudo haber pasado? No seas estúpido Bruno, Octavia simplemente está ignorando sus responsabilidades.

¿Pero y si no es así?

— Octavia, abre la puerta — grito pero no responde — Octavia si no abres la puerta en tres segundos entraré. Uno — cuento en voz alta para que no diga que no se lo advertí — dos — acompaño mi conteo con un golpe en la puerta para hacer énfasis — tres — concluyo pero sigue sin responder.

Pongo la mano en la manija de la puerta y poco a poco la abro.

Admito que las manos me sudan y tiemblan sin saber por qué.

La puerta se abre silenciosamente y la oscuridad me recibe.

Huele a ella, inconsciente aspiro el aire que me hacía falta porque había dejado de respirar.

Su olor satura mis sentidos, en el aire se percibe el olor de su perfume, pero también las suaves notas de su olor natural, huela a ella, huele a Octavia.

Los cortinas están cerradas, por lo tanto no se filtra ni un solo rayo del sol naciente, ni siquiera un poco de claridad, busco a tientas el interruptor y cuando la luz se enciende una cama vacía aparece.

— ¡Que mierda! ¿En dónde está? — su cama está tendida como... Como si no hubiera llegado a dormir.

Abro las otras dos puertas que hay en la habitación, una es el baño y la otra un closet, pero no hay nada.

BESAR LA LLUVIA [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora