CAPÍTULO V

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BRUNO

— ¿Esther, le diste el iPad y las tarjetas bancarias que te pedí a la señorita Octavia? — pregunto a mi secretaria.

— Si señor Santos, la alcancé en el estacionamiento.

— ¿Sabes si ha llegado a la empresa? — talvez está merodeando por ahí haciendo tiempo al propósito.

— No señor, vigilancia dice que aún no a regresado.

— Gracias.

Han pasado dos horas desde que Octavia salió de mi oficina, le di una hora para volver con mi traje y obviamente no me obedeció, me froto las sienes y me vuelvo a enfocar en los papeles sobre mi escritorio.

Ya pasó media hora más, estoy a punto de llamarla cuando el teléfono de mi despacho suena.

— ¿Si?

— Señor Santos,  los ejecutivos lo esperan en la sala de juntas — me informa Esther.

— Voy en un momento — cuelgo la llamada y miro mi camisa arruinada que está sobre el sofá al extremo derecho de mi despacho, junto con mi saco aún húmedo.

No puedo asistir a una junta desnudo de la cintura para arriba y mucho menos usando un saco y una camisa con una enorme mancha de café.

Si hubiera sabido que tardaría tanto, hubiera ido yo mismo a comprarlo, pero también tengo muchas cosas que hacer aquí.

¿Cuál es el punto de tener una asistente personal si ella misma me pone en este tipo de situaciones?

Se supone que su trabajo es facilitar el mío, no complicarme la maldita existencia.

Mi celular personal suena y dejo de apretar el bolígrafo en mi mano para contestar antes de que este se rompa.

— Hola — contesto con brusquedad y me arrepiento de inmediato cuando escucho su suave voz.

— Hola, ¿estás bien? Pasa algo.

— Luci — suavizo mi tono — no pasa nada, es un día estresante, nada más. ¿Tu estás bien? —  pregunto.

— Si, estoy bien, no te preocupes — es imposible no hacerlo, ella siempre será mi prioridad. — solo llamaba para saber cómo te está yendo en México.

— Bien, de hecho en unos minutos empiezo mi primer junta con los principales ejecutivos de la empresa para que me pongan al día.

— Eso suena aburrido — aunque no la estoy viendo sé que está haciendo un puchero.

— No lo discuto, pero esto es lo que me gusta, así como a ti te gusta lo tuyo. — se ríe y el sonido alegra mi podrido corazón.

— Muy bien, hombre de negocios, te dejo para que vayas a hacer lo tuyo.

— Luci — musito antes de colgar — si te sientes mal me lo dirás , ¿verdad? Solo tienes que llamar y estaré ahí para ti.

— Lo sé — su tono es solemne — pero estoy bien, lo prometo y si eso cambia, tú serás el primero en enterarse.

— De acuerdo… — la puerta se abre de repente y Octavia entra siendo tan silenciosa como un maldito elefante parado en un piso lleno de maracas.

— Espero que lo que elegí para ti sea de tu agrad… do — se queda parada en medio de la oficina cuando me mira hablando por teléfono parado junto a mí escritorio.

— Te llamaré más tarde — le anuncio a Luci y escucho que se vuelve a reír, el sonido casi me hace reír a mi también.

— Te quiero — cuelga la llamada.

BESAR LA LLUVIA [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora