capítulo 24

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Tradiciones y vestidos de novia

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Evangeline

Nunca antes asistí a una despedida de soltera. Nunca antes creí tener una, mucho menos bajo mi paranoico estado y elevado estrés. Pero ellas tenían un punto a favor. Debía liberarme de aquellas tensiones estos días previos a mi boda, ¿y de qué mejor manera si no es de fiesta con mi mejor amiga, mi hermana y también mi madre?

Sabía que no podía convivir con las sombras inventadas por mi cabeza, que debía centrarme en la búsqueda de mi vestido y los arreglos previos al gran día. Una situación de mucho nerviosismo, ameritaba primero una noche de tragos.

No tuve que hacerme cargo de nada, tan solo verme bonita para la gran noche. De todo los demás se ocuparon Barbie y Hannah, las mentes maestras que parecían congeniar excelente para los planes que incluyen alcohol y fiestas. En la limusina me quitaron las esposas, brindamos con copas de champagne y recorrimos la glamorosa cuidad de Milán, de camino a la mejor discoteca. Un sitio bien ubicado, exótico y muy llamativo. El trato para con nosotras era excepcional, en cuanto nos vieron llegar limpiaron la zona vip y nos ubicaron en ella. Era sorprendente todo lo que Barbie y Hannah tenían planeado, aun sin strippers y bailes candentes la noche parecía ser prometedora.

Me empino mi siguiente trago sentada en uno de los sofás de cuerina oscura. Increíblemente cómodos para mi sorpresa. Aquí arriba la música no es tan ensordecedora como en la planta de abajo donde se ubica la pista de baile. De igual manera, mi cuerpo capta el mínimo rastro de melodía que se registra y se mueve al compás. Me sentía animada, cuando hablé con Taddeo admito haber estado algo enfiestada, supongo que los tragos que llegaron luego aumentaron mi estado. Aunque el champagne me sube en una montaña rusa, los picos de euforia atraen el barranco emocional en el que caigo cada tanto.

—Eva, es el décimo cóctel que bebes. — resalta mi madre al quitarme el trago que me llevaba directo a los labios.

—Solo uno más. — suplico con balbuceos arrastrados —Necesito dejar de estar sobria o caeré en cuenta que estoy por casarme y me dará un ataque.

—Cielo, has dejado de estar sobria hace horas. — mamá aparta el vaso.

Arrastro ambas manos por mi rostro y suspiro. Mi cuerpo se siente liberado, puede ser que me encuentre algo ebria. Regreso mi mirada a ella y me nace abrazarla del cuello.

—Te quiero, y me alegra mucho que estés aquí. — pego mi mejilla a la suya. Ella emite una hermosa carcajada.

—Lo sé, mi niña, lo has dicho siete veces en los últimos treinta minutos.

¿Hablo tanto? Sacudo mi cabeza para despabilarme y enfrento mi rostro al suyo.

—Es que estoy sensible, soy una mujer muy sentimental. Soy una mujer que está a días de casarse con el amor de su vida, y lo extraño... Aunque acabo de hablar con él y me negué a tener sexo por teléfono.

—No necesito más detalles.

Mi mente se dispersa con facilidad.

—Extraño a los niños. — continuó con mi peloteo. Entonces Emi y Eros vienen a mi mente y mis ojos comienzan a picar —Los extraño demasiado.

Paso de la exaltación a la depresión en dos segundos, pero por suerte Hannah llega al rescate a tiempo para evitar mi derrape emocional. Luce muy bonita, es cierto que las Michelle tiene una belleza nata, apenas se esforzó en alistarse y se ve espléndida. Con su vestido violeta de strapless, sus tacones negros y su castaño cabello liso. Me sorprende que siga soltera...debería conseguirle un pretendiente.

Lazos InquebrantablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora