capítulo 43

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Lo que nadie quiere oír

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Evangeline

—Necesito que me des buenas noticias para mejorar mi noche. — suplico al entrar en la sala de control, la cual se hallaba vacía, excepto por la desvelada presencia de Barbie.

—Es tu día de suerte, perra. — canturreó al girar sobre su silla giratoria y apartar las frituras que previamente disgustaba, para regresar sus manos al teclado.

Mi estado de ánimo no se encontraba en su mejor momento, la cena no concluyó como esperaba, aunque guardo una dosis de esperanza, necesito algo que me avive por dentro. Descubrir nuevas maneras de joder a los Meyer es algo así como mi estimulante.

—Investigue un poco más el caso de Evelyn, tal como me pediste. — mantiene un tono de voz precavido, ya que nadie más debe estar al tanto de la misión que le di —Dijiste que notaste algunas incongruencias en sus registros médicos y escarbé bastante en eso. — despliega en el monitor un expediente que enumera cada medicamento que se le provee —Algunas cosas no cuadran, le administran inhibidores de la monoaminooxidasa tipo B

—¿Para qué sirve?

—Son fármacos que incrementan los niveles de dopamina cerebral, medicación para tratar el Parkinson. Ayudan a evitar la disolución de la dopamina en el cerebro, ya que inhiben la enzima monoaminooxidasa tipo B. Los efectos secundarios de los inhibidores de la MAO B pueden incluir dolores de cabeza, náuseas o insomnio. Pero, cuando se suman a la combinación de carbidopa y levodopa, estos medicamentos también aumentan el riesgo de alucinaciones.

—Evelyn nunca presentó síntomas de Parkinson.

—Lo sé, y lo complicado de la situación es que ninguna de estas cuestiones está reflejada en su historial médico. Las anotaciones que su doctor realiza y documenta, nunca han indicado que Evelyn requiera este tipo de medicamentos tan potentes.

—Si alguien adultera su medicación, eso podría explicar porque nunca se encuentra lúcida y presenta tantos problemas para conectar con la realidad.

—Eso no es todo. — cierra la pestaña y abre otro expediente de la clínica, esta vez uno personal —Entre a la base de datos, busque al doctor encargado de su caso. ¿Te resulta familiar? — me inclino al monitor para analizar la imagen del hombre, niego con mi cabeza al no reconocerlo —Se llama Conrad Gauthier, hace diez años estuvo implicado en una venta ilegal de fármacos. Su expediente quedó impoluto gracias a que su adinerada familia pagó un dineral por borrar cualquier rastro. Investigué un poco su vida, sabes que internet absorbe todo y no borra nada. Adivina para quienes trabajaban los hombres con los que formó este pequeño negocio.

—Omar Meyer. — Barbie hace un gesto explosivo con las manos, refiriéndose a la bomba que me acaba de lanzar con esta noticia —El equipo de salud debía determinar que existía una situación de riesgo para ella y quienes la rodean, solo así se aceptaría la internación. Significa que Omar falsificó todo desde un comienzo y le ordenó al médico que avalara la situación, para así tener razones justificadas que la mantuvieran internada.

—Conrad debió deberle algún tipo de favor, lo que no comprendo es cuál fue la razón para hacerlo.

—No lo sé. — me inclino hacia adelante examinando los rasgos faciales del hombre —Pero voy a averiguarlo. ¿Algún avance sobre su caso?

—De hecho, sí. — se gira a verme —La familia de Evelyn solicitó la autorización médica para que, a partir de la próxima semana, ella pueda recibir su tratamiento de forma privada.

Lazos InquebrantablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora