capítulo 66

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El diamante falso no brilla como el real

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Evangeline

Era consciente de que, para liberarme del pasado, necesitaba entender con claridad lo que estaba dejando atrás. La ignorancia sobre ciertos hechos podría representar un conflicto más profundo del que aún no soy consciente. Y sí, sé bien que ya no tengo ningún vínculo con esa familia, que debería dejarla atrás y enterrarla en el ayer. Sin embargo, no lo consigo; han sido más de veinte años siendo acosada por ellos, rodeada de las sombras de maldad que fabricaron para someterme a su retorcida manipulación.

Podría decir que mi venganza está concluida, conseguí lo que más deseaba. Poder, reconocimiento, amor y una familia. Tengo todo lo necesario para ser feliz, para continuar. Pero aún mis noches son atacadas por el insomnio, todavía ese desgraciado sigue respirando y todos sus demonios acechan cerca de nosotros. Sus secretos, sus manipulaciones, sus juegos, no quiero que se lleve nada a la tumba. Necesito una respuesta, saber por qué dentro de tantos años me ha mantenido en este bucle obsesivo donde me daña, pero nunca me mata.

¿Por qué me hizo asesinar a Andrew Robinson? ¿Qué fue aquello que lo hizo tener que deshacerse de él? ¿Qué provocó que su hermano no lo haya podido perdonar y se revelará contra él?

Corro el peligro de no obtener respuesta, así trabaja la mente de un sociópata, no hay razones del por qué actúa de esa manera. Pero sí consigo comprender un poco más este embrollo, sabré que al matarlo toda la mierda de estos años se irá con él. No más dudas, no más amenazas, no más secretos que cargar.

En la mañana a primera hora un mensaje me llegó con la ubicación y horario en donde nos veríamos. Hablé con Taddeo y Benjamín, tenía claro que no iría sin refuerzos a encontrarme con un desconocido que ha jugado en distintos bandos, quitándonos la oportunidad de poder confiar plenamente en él. Ninguno de los dos se sentía seguro ante este encuentro, temiendo que sólo obtuviéramos más preguntas sin respuestas. Mi motivo para verlo era distinto; aunque le haría creer que solo buscaba información sobre Omar, mi verdadero interés radica en entender su papel en toda esta situación. Es parte de los secretos que encierra, guarda demasiada información y eso me mantiene en alerta.

La camioneta arribó al lugar acordado diez minutos antes de lo previsto. Un grupo de seguridad estaba patrullando la zona desde mucho antes de mi llegada, asegurándose de que el entorno fuera seguro. Tras verificar que no había amenazas, Enzo salió primero y me abrió la puerta. Baje con mis gafas de sol puestas; el sitio que había elegido es bastante frecuentado por turistas, lo que significa que hay testigos por todos lados. Desconfío de ellos, así que intento pasar desapercibida mientras me dirijo hacia el mirador de Florencia.

La plaza de Miguel Ángel se presentaba como el lugar ideal para pasar desapercibido, o también para buscar dispararme sin ser atrapado. Deseaba evitar la segunda alternativa. Desde lo alto, la vista es clásicamente hermosa, ofreciendo un panorama de la ciudad que es sencillo, puro y natural. Disfrutaba del paisaje apoyado en la barandilla del mirador, cuando, tras unos diez minutos, un hombre de gran estatura se detuvo a mi lado. Mantuve la mirada fija en el horizonte, sin apartar mis ojos del paisaje, mientras prestaba atención a la sensación que recorría todo mi cuerpo, ascendiendo por mi columna vertebral como una intensa y peligrosa corriente que me estremecía.

—El diamante falso no brilla como el real. — recita la oración que me dio por teléfono y sé que es él. Eso, y que su voz es la misma — ¿Vienes con escolta?

No volteo a verlo.

—Sí, y si piensas hacer algo te advierto que cargo con un arma.

—Hiciste bien. — su voz neutra es apacible, pero para estos momentos también resulta algo inquietante —Debes cuidarte.

Lazos InquebrantablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora