capítulo 56

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Sangre y deseo

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Evangeline

Viernes por la noche, momento especial en la ciudad donde la vida nocturna corre por las calles con libertad y jovialidad. Muchos se alistan para irse de fiesta, para una cita o planes con amigos. Yo, desgraciadamente, me encuentro en un escenario muy distinto a esos. Sola nuevamente en mi alcoba, sin rastro de Taddeo desde aquella tensa conversación esta tarde. No quise buscarlo, le di una simple orden a seguir y no deseaba tocar el tema, a menos que sea para escuchar que la echó de esta casa.

Habíamos cenado hace poco, él no estuvo presente. Tampoco la agradable señorita Becker. Aun así, la ausencia de mi esposo no me agrada. Porque hoy, es uno de esos días donde necesitarlo se vuelve una demanda de mi cuerpo intolerable. No tenía sueño, opté por una ducha fría para evitar darle a mi cuerpo la complacencia que me pedía. Nada sirvió.

He perdido la cuenta de los días que llevamos en abstinencia, pero el tiempo se vuelve tortuoso. Me he vuelto ansiosa por su tacto, y lo odio aún más por provocarlo. Es como si él tomara control absoluto sobre mí, me he vuelto adicta y está necesidad por tenerlo me carcome por dentro, me hace arder tanto que mis emociones se intensifican. Sé que Taddeo sería incapaz de serme infiel, pero con solo imaginarlo besando a otra me enloquece, me colma de un fuego inexplicable. Así como él ha hecho desaparecer a cada hombre que tuvo un lazo conmigo, soy capaz de muchas cosas sobre cada mujer que intente algo con él.

Comprendí que Scarlett lo quiere, y no estaba dispuesta a permitirlo. No dejaré que besé o toque a otra que no sea yo, no me importa que tan retorcidas e inhumanas ideas aparezcan en mi mente, acudiré a todas ellas y derramará más sangre de la que cree. No es el único capaz de provocar un poco de caos, yo también puedo recordarles a todos que es mío.

Me dejo caer en la cama luego de dar vueltas en el cuarto como maniática. Cierro mis ojos y busco relajarme al punto de poder quedarme dormida, pero en cambio, sólo puedo recaer en el hecho de estar pensando en él. Mi cuerpo vibra ansioso ante la sensación cosquilleante que me abruma, recordando y disfrutando momentos juntos. Hace más de un mes que no saboreo un orgasmo, días antes del atentado de los rusos en Turquía. Muchas semanas lejos suyo, recolectando días sin sentir sus manos en mi piel. ¿Quién dice que lo necesito para complacerme?

Remojo mis labios ante la excitación que avecina sobre mi cuerpo y desato el nudo de mi bata. Bajo la mirada a mis senos desnudos, los pezones endurecidos con tan solo atraer los recuerdos necesarios a mi mente. Comienzo a jugar con esa aureola rosada para complacerme, mientras mi mano derecha corre el sendero a mi entrepierna, acariciando mi piel con sensualidad. Palpo con la yema de mis dedos la humedad de la tela. Detesto que esto se haya provocado por él. Me doy suaves caricias aumentando la humedad, hasta que escabullo la mano dentro para hacer contacto directo con mis pliegues.

Cierro mis ojos y me centro más en la sensación que en su imagen, no quiero tocarme pensando en él. No puedo caer tan bajo. Aprieto mi seno dentro de mi mano, jadeo ante el cosquilleo de satisfacción que se plantó en mí. La cálida sensación de mi intimidad aumenta en cuanto más excitada me encuentro, acariciando mi clítoris, moviendo mis dedos en pequeños círculos hasta introducir dos para hacerme gemir despacio. Me humecto los labios con la lengua, sin quererlo el recuerdo de sus dedos complaciéndome regresa y se vuelve exquisito imaginar que es él. Maldigo entre dientes y acompaño el movimiento con mis caderas.

Estaba extasiada, hundida en ese grato placer que me provoca su imagen, su cuerpo y sus palabras al hacerlo. Evoco cada recuerdo y me prendo de ellas para sentirlo como si estuviera aquí. Al disfrutar la corriente de goce encender mi cuerpo, entreabro mis ojos sin ser del todo consciente, hasta que tropiezo inesperadamente con la silueta de Taddeo ante mí.

Lazos InquebrantablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora