capítulo 42

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La Tríada

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Evangeline

Durante siete días no hubo noticia sobre la familia Meyer, tampoco llegó a mis oídos algún rumor que me altere, todo se mantuvo en una inesperada templanza que claramente no estaba esperando. Me ocupe plenamente de nuestros asuntos, desviando el hecho de lo que sucedió aquella noche. La llamada no tuvo relevancia, no ocurrió nada de lo que esperaba, por ende, decidí dejarlo en secreto. Escondérselo a Taddeo me pareció lo más sabio, no porque me guste guardarle secretos, sino porque sabía cuánto podía molestarse conmigo por haber establecido conversación con esa persona. Y sinceramente, creo que hice lo que estaba a mi alcance y no me arrepiento. No digo que fue un plan perfecto, tenía sus riesgos, pero todo en la vida lo tiene y necesitábamos quitarnos a esa arpía de encima.

Mis esperanzas de haberlo conseguido cayeron a partir del tercer día, sin embargo, la situación se tergiverso esta mañana, cuando Richard apareció en la mansión con nuevas noticias. Interrumpió el desayuno con un estado sugerente de agitación y nos dijo que debíamos hablar urgentemente. Mi cabeza no pensó sobre lo que podría tratarse, hasta que mencionó el apellido Meyer, entonces supe que había ocurrido. Sin dejar ver en mi rostro un rastro de inquietud me levanté de mi silla y lo seguí al despacho junto con Taddeo y Benjamín.

Este era el decisivo momento que estábamos esperando, en el cuál podremos deliberar si la ayuda de la persona anónima es beneficiosa o una simple pérdida de tiempo. Yo tenía mis teorías, las cuales se desligan completamente de Omar, creo que estamos ante un favorable socio que puede sernos más útil de lo que cree.

Al estar los tres en el despacho, Richard no jugó con el misterio y lanzó la bomba sin previo aviso.

—Christine Meyer está muerta. — reveló sin más, dejando ampliarse en su rostro una capa de desorientación.

Inhalé profundo y retuve la sonrisa que se quiso colar entre mis labios.

—Al fin una buena noticia. — expresó Taddeo viéndose indiferente ante su muerte.

Benja era el único que compartía la misma confusión que Richard.

—¿La mataron? — preguntó.

—Sí. Hace tan solo dos horas el rumor ha comenzado a correr, pero nadie sabe bien cuándo sucedió.

—Yo no fui. — se precipita Taddeo antes de que puedan señalarlo como culpable —Me hubiese encantado, pero no tuve la dicha suerte.

Por su lado, su padre parece tenerlo muy claro.

—Lo sé. La ejecución fue a manos de la Tríada, o al menos eso dejan saber. — su seguridad al decirlo me aturde —La encontraron muerta en sus territorios, parece que Christine buscaba ganar alianzas más allá de Europa. La cuestión es que ahora Omar les proclamó la guerra.

—¿Se trató de un ajuste de cuentas? — cuestiona Benjamín —¿Por qué razón la Tríada iría en contra de los Meyer?

Richard se encoge de hombros sin tener clara esa respuesta. Salgo de mi disociación y con una sensación extraña en el pecho decido hablar.

—Quién mató a Christine fui yo. — mi confesión hace que los tres hombres volteen a verme. Sus miradas consternadas, se vuelven advertencias de que mis palabras no sean ciertas.

Los músculos de Richard se tensan bajo la delgada tela de su blanca camisa.

—¿A qué te refieres? — dice mordaz.

Muerdo mi labio con inseguridad y respiro profundo.

—La noche del cumpleaños de los niños, recibí una llamada anónima — Taddeo me escudriña con tal precisión que se lo mal que acabará esto —. Me preguntó qué debía hacer para ganarse mi confianza, y le ordené que se hiciera cargo de ella.

Lazos InquebrantablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora