⋟ 10.

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Una semana después de aquel encuentro en la habitación de Minseok, la vida en la comunidad religiosa parecía haber vuelto a su rutina habitual. La iglesia seguían siendo testigo de las mismas caras conocidas, los mismos saludos amables y los mismos rumores que circulaban entre los asistentes. Pero para Minseok, las cosas no volvían a ser las mismas.

Aunque su cuerpo ya no estaba debilitado por la fiebre y la gripe, su mente seguía atormentada por los recuerdos confusos y fragmentados de lo que había sucedido esa tarde en su habitación. Los momentos de intimidad compartidos con Minhyung parecían desvanecerse como un sueño lejano, una ilusión efímera que se desvanecía ante la luz del día. Y sin embargo, a pesar de sus esfuerzos por apartar esos recuerdos de su mente, la sensación de los labios de Minhyung sobre los suyos y el calor de su cuerpo contra el suyo seguían persiguiéndolo, como fantasmas en la oscuridad de la noche.

Minseok intentaba convencerse a sí mismo de que lo sucedido en aquella habitación era solo producto de su mente febril, un sueño vívido inducido por la enfermedad que no tenía lugar en la realidad. Pero por más que intentara negarlo, una parte de él anhelaba esos momentos de intimidad compartida, esos breves instantes de conexión con Minhyung que lo habían dejado sintiéndose más vivo que nunca.

Cada vez que cerraba los ojos, podía sentir la presión de los labios de Minhyung sobre los suyos, el roce de sus manos explorando su piel sensible con delicadeza. Y aunque sabía que no debía sucumbir a esos recuerdos tentadores, no podía evitar desear más, anhelar la proximidad de Minhyung como un remedio para su propia soledad y confusión.

Pero a pesar de sus deseos confusos e intrusivos, Minseok se esforzaba por mantener una fachada de normalidad frente a los demás miembros de la iglesia. Asistía a las reuniones y ceremonias como de costumbre, con una sonrisa en los labios y palabras de alabanza en el corazón. Aunque por dentro, su alma estaba en conflicto, dividida entre el deseo y la culpa, entre la atracción y el remordimiento.

Una tarde, durante la misa dominical, Minseok vio al mayor sentado en uno de los bancos, con una expresión distante en su rostro y dos dedos de su mano derecha vendados. El joven líder parecía ajeno al mundo que lo rodeaba, perdido en sus propios pensamientos oscuros y torturados. La visión de Minhyung desencadenó una oleada de emociones contradictorias en el corazón de Minseok, un cóctel de anhelo y resentimiento que luchaba por comprender.

Al finalizar la misa, el menor se armó de valor y se acercó a Minhyung, decidido a agradecerle por su preocupación y generosidad durante su enfermedad. Si bien una parte de él aún estaba desconcertada por lo que había sucedido entre ellos, otra parte rogaba por la cercanía del líder espiritual, buscando consuelo y comprensión en medio de su agitación. 

Minseok se acercó al otro con pasos vacilantes, sintiendo el peso de su presencia a medida que se acercaba al líder espiritual. Los ojos del menor se encontraron con los del mayor, buscando algún indicio de lo que había sucedido entre ellos, pero la expresión de Minhyung era impenetrable, como si estuviera envuelto en una neblina oscura que lo separaba del mundo exterior.

El menor respiró hondo, reuniendo valor antes de hablar. 

—Minhyung, quería agradecerte por tu ayuda la semana pasada. Por ocuparte de mí en el hospital y... por pagar mis medicamentos.

Minhyung levantó la mirada, sus ojos oscuros brillando con una mezcla de emociones que el menor no podía descifrar. Por un momento, el joven líder pareció contemplar al menor con una intensidad penetrante, como si estuviera buscando algo más allá de las palabras que salían de los labios de Minseok.

—No tienes por qué agradecer, Minseok. Como líder de esta comunidad, es mi deber cuidar de todos los miembros, especialmente en momentos de necesidad —respondió con una voz tranquila, pese a que el tono de su voz parecía distante, como si estuviera a kilómetros de distancia en lugar de estar parado frente a Minseok.

Asmodeus ;; Keria x GumayusiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora