⋟ 24.

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Minhyung se quedó helado frente al cuerpo inmóvil de Donghyun. El líquido tranquilizante que había inyectado corría por las venas del otro, pero algo en la quietud de su cuerpo le causaba una sensación de vacío en el estómago. A pesar de su naturaleza manipuladora y calculadora, Minhyung sintió una punzada de algo que él se negaba a nombrar. ¿Miedo? No, no podía ser miedo.

Con un movimiento lento, casi inseguro, extendió su pierna y empujó a Donghyun con el pie. El cuerpo se balanceó ligeramente, pero no hubo respuesta. Ningún sonido, ningún gemido, nada. El aire en la oficina se volvió denso, y por primera vez en mucho tiempo, Minhyung sintió que el control se le escapaba de las manos.

Sin perder más tiempo, Minhyung se apresuró a recoger algunos documentos importantes de su escritorio. Sabía que debía abandonar la oficina de inmediato, pero sus pensamientos eran un torbellino de confusión y urgencia. Donghyun había enviado ese maldito correo electrónico, un acto que podría acabar con toda su vida tal como la conocía. Su padre podría ser el rostro público de la iglesia, pero él, Lee Minhyung, era quien manejaba las finanzas y los asuntos más turbios, y sabía que no podía quedarse a enfrentar las consecuencias.

Mientras arrojaba algunos papeles y una laptop en su maletín, Minhyung se sorprendió al notar que su mente volvía una y otra vez a alguien, Ryu Minseok. La imagen del chico frágil y emocionalmente dependiente lo atravesaba como una sombra persistente. Intentó justificarse, diciéndose que solo estaba preocupado porque Minseok pudiera decir algo sobre sus "sesiones espirituales", pero en el fondo sabía que había algo más. Minseok no era solo una víctima de su control; era su único ancla a la realidad que aún le quedaba.

Minhyung cerró con fuerza la cremallera del maletín, su respiración acelerada mientras se dirigía hacia la puerta. Sabía que tenía que regresar a su casa, tomar su auto y huir de la ciudad antes de que las consecuencias lo alcanzaran. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de salir de la oficina, una idea lo detuvo en seco. No podía dejar a Minseok atrás sin más. Necesitaba verlo, asegurarse de que no dijera nada... y quizás, en el fondo, una parte de él simplemente necesitaba saber que Minseok todavía estaba allí para él.

Sin perder más tiempo, Minhyung salió de la oficina y se dirigió rápidamente al lugar donde había dejado a Minseok. La imagen del chico deshecho en el suelo seguía viva en su mente, y una pequeña parte de él se sentía en paz al saber que, aunque el mundo a su alrededor se derrumbaba, Minseok seguiría allí, dispuesto a todo por él. Pero cuando llegó al lugar donde había dejado al menor, el aire se cortó en su garganta.

Minseok no estaba allí.

El lugar donde Minseok yacía exhausto hace solo un rato estaba vacío. No había rastro de él, ni de su ropa, ni de ninguna señal que indicara a dónde podría haber ido. Minhyung sintió una ola de pánico que lo sacudió hasta los huesos. ¿Había escapado? ¿Alguien más lo había encontrado?

Minhyung buscó desesperadamente, su mirada recorriendo cada rincón del lugar. Minseok, ¿dónde estás? La ansiedad comenzó a apoderarse de él. No tenía tiempo. Cada segundo que pasaba era un riesgo de ser capturado, y Minseok era un cabo suelto que no podía permitirse dejar atrás. Pero, mientras lo buscaba, el miedo y la urgencia comenzaron a enredarse con algo más, algo que Minhyung no quería reconocer.

La idea de dejar a Minseok atrás lo perturbaba más de lo que estaba dispuesto a admitir. Minseok no era solo un juguete en sus manos; se había convertido en su único eslabón, la última conexión que lo mantenía atado a lo poco que quedaba de su cordura. Pero ahora, estaba ante una decisión crucial. Debía pensar en sí mismo, en su supervivencia, pero la idea de perder al menor, de dejarlo ir, lo inquietaba profundamente.

Asmodeus ;; Keria x GumayusiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora