⋟ 23.

127 17 14
                                    

Minseok tragó saliva, sus ojos brillando mientras asentía. Se sentía atrapado, pero al mismo tiempo, la excitación que veía en los ojos de Minhyung lo llenaba de satisfacción. No podía evitarlo. La idea de ser deseado por el mayor, aunque de manera tan torcida, lo hacía sentir especial, necesario. Así que continuó, sus labios subiendo por el vientre de Minhyung, hasta que finalmente llegó al pecho del mayor.

Las manos de Minseok temblaban mientras desabrochaba lo que quedaba de la camisa de Minhyung, exponiendo su musculoso pecho al aire fresco de la iglesia. La luz de la luna proyectaba un pálido resplandor sobre la piel de Minhyung, haciéndole parecer casi etéreo, pero sus ojos ardían con una intensidad feroz que mantenía cautivo a Minseok.

—Estás tan hermoso así —murmuró Minhyung, mientras sus dedos trazaban delicados dibujos en la mejilla de Minseok. —Tan sumiso, tan dispuesto...

Minseok tiritó, un cóctel de miedo y excitación recorriéndole. Se inclinó hacia delante y sus labios rozaron el pezón de Minhyung, sintiendo cómo se endurecía bajo su contacto. Minhyung gimió mientras enredaba los dedos en el pelo del menor, guiándolo con suavidad pero con firmeza. El joven discípulo se llevó el pezón endurecido a la boca, succionando suavemente al principio y luego aumentando la presión a medida que Minhyung le apretaba el pelo. El sabor a sal y almizcle llenó sus sentidos, encendiendo aquel fuego en su interior que nunca podía negar.

La respiración de Minhyung se volvió agitada al ver a Minseok adorar su cuerpo. Su mano bajó y agarró con fuerza la barbilla de Minseok, echándole la cabeza hacia atrás.

—Mírame —le exigió, clavando sus ojos en los de Minseok. —Nunca apartes la mirada.

El corazón de Minseok latía con fuerza en su garganta, y su mirada no se apartaba de la de Minhyung mientras continuaba con sus atenciones. Cada orden, cada caricia, era un recordatorio de quién tenía el poder en esta danza retorcida que interpretaban.

—Ahora, quítate la ropa —ordenó Minhyung, con voz grave y autoritaria. —Quiero verte completamente expuesto ante mí.

Con manos temblorosas, Minseok obedeció de inmediato, quitándose rápidamente la ropa hasta quedar desnudo ante el líder, con el cuerpo bañado por la suave luz de la luna. Los ojos de Minhyung lo recorrieron, observando cada detalle, cada curva, cada temblor de vulnerabilidad.

—Hermoso... ven aquí y arrodíllate ante mí otra vez.

Minseok hizo lo que le decía, como si estuviera en una especia de trance. Minhyung extendió la mano y sus dedos recorrieron la columna vertebral del menor, provocándole escalofríos.

—Abre las piernas. Quiero verte por completo.

Minseok se sonrojó intensamente, sus mejillas ardiendo de vergüenza y excitación mientras la mirada del otro lo devoraba. Minhyung se inclinó hacia delante, su aliento caliente contra la oreja de Minseok.

—Eres mío para mandarte, mío para usarte como yo quiera y purificarte. ¿Lo entiendes?

—Sí —respondió Minseok, con la voz apenas por encima de un susurro y el cuerpo tembloroso por la intensa mezcla de emociones.

—Bien... ahora quiero que te des placer mientras yo miro. Muéstrame con qué entusiasmo aceptas mi dominio.

Los ojos de Minseok se abrieron de golpe, pero pudo ver la determinación en la mirada de Minhyung, la inquebrantable exigencia de obediencia. Poco a poco, levantó la mano y sus dedos temblaron al tocarse. El líder lo observó con una expresión de control pese a que su respiración se hizo más profunda, traicionando su creciente deseo. El silencio de la iglesia sólo lo rompían sus respiraciones entrecortadas y los suaves sonidos de los movimientos de Minseok. Cuando las acciones del joven discípulo se volvieron más urgentes, Minhyung extendió la mano alrededor de la muñeca de Minseok, deteniendo sus movimientos.

Asmodeus ;; Keria x GumayusiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora