Asmodeus ;; Keria x Gumayusi

⋟ 17.

Minseok se sentía completamente exhausto pero también saciado, como si finalmente hubiera encontrado un lugar de paz dentro de sí mismo después de tanto tiempo de confusión y tormento. La presencia de Minhyung a su lado, aunque había sido inicialmente la fuente de su angustia, ahora le brindaba una sensación de seguridad y pertenencia. Cada caricia, cada beso, cada susurro de deseo resonaba en lo más profundo de su ser, dejando una marca indeleble en su alma y transformando su percepción del mundo que lo rodeaba.

Sin embargo, su breve momento de paz y satisfacción fue interrumpido bruscamente cuando Minhyung salió de la bañera con un aire de indiferencia, como si acabara de completar una tarea mundana en lugar de un acto de profunda intimidad y pasión. La frialdad en los ojos del líder espiritual lo sacó bruscamente de su ensueño, recordándole que este no era el final del camino, sino solo el comienzo de un nuevo capítulo en su relación complicada y tumultuosa.

El menor se quedó mirando fijamente al más alto mientras se movía con gracia y seguridad por el baño, su piel desnuda brillando con una luz tenue mientras se secaba y se vestía con una despreocupación que lo dejaba atónito. ¿Cómo podía Minhyung actuar tan fríamente después de lo que habían compartido juntos en la bañera? ¿Cómo podía ignorar la profundidad de su conexión espiritual y volver a la normalidad como si nada hubiera pasado?

Minseok se sumergió más profundamente en la tina, sintiendo el agua tibia cerrarse a su alrededor con una sensación de abandono y desesperación. ¿Acaso había sido todo un sueño? ¿Una ilusión creada por su mente para escapar de la realidad dolorosa que lo rodeaba? La duda se apoderó de él, envolviéndolo en una niebla de confusión y desesperación.

—Minseok, ¿qué estás esperando? —La voz cortante de Minhyung lo sacó de sus pensamientos, obligándolo a enfrentar la cruda realidad de su situación—. Ponte de pie y vístete. Tenemos que volver a la fiesta o la gente comenzará a preguntarse dónde estamos.

El menor se sentó con dificultad, su cuerpo aún tembloroso y dolorido por la intensidad del encuentro que acababa de tener. Aunque anhelaba quedarse un poco más en la seguridad relativa del baño, sabía que Minhyung tenía razón. No podía permitirse desafiar al joven líder, no cuando su propia redención y salvación estaban en juego.

Con un suspiro resignado, se levantó de la bañera y comenzó a secarse, sus movimientos lentos y torpes mientras luchaba por recuperar el control de sus extremidades entumecidas. Cada fibra de su ser clamaba por un descanso, por un momento de paz y tranquilidad en medio del caos que se había desatado en su vida, pero sabía que no podía permitírselo. 

Minhyung esperaba impaciente mientras el menor se secaba y vestía, su expresión impasible y fría como el mármol que los rodeaba. No había rastro de la intensidad apasionada que habían compartido minutos antes en la bañera; en su lugar, solo quedaba un líder espiritual frío y distante, decidido a mantener las apariencias a toda costa.

—Date prisa, Minseok. No tenemos todo el día —ordenó con voz firme, mientras se acercaba al otro con un secador de cabello y empezaba a secar su cabello con movimientos bruscos y eficientes—. No queremos levantar sospechas, ¿verdad?

Minseok asintió, sintiendo el calor del aire del secador contra su cuero cabelludo mientras luchaba por procesar la tormenta de emociones que lo envolvía. La sensación de plenitud que había experimentado en la bañera había sido reemplazada por una sensación de vacío, como si algo dentro de él se hubiera roto irremediablemente y dejado un agujero negro en su lugar.

—¿Está... está todo bien, Minhyung? —preguntó con voz temblorosa, su tono cargado de una desesperación que apenas podía contener—. Quiero decir, ¿sigues enojado conmigo por haber invitado a Donghyun a la fiesta? No... no quería causar problemas. Solo... solo quería...