⋟ 28.

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El viento nocturno aullaba entre los árboles del bosque, haciendo que las ramas desnudas se agitaran como dedos ansiosos bajo la luna pálida. Minhyung, apoyado contra la pared de roble grueso de la cabaña, apretaba los dientes para no gemir de dolor. Cada movimiento era un recordatorio implacable de sus heridas: las costillas rotas, los cortes en la piel, la hinchazón en su pierna que apenas le permitía mantenerse en pie. Pero el dolor físico no era nada comparado con lo que lo atormentaba en lo más profundo de su ser.

Minseok.

Incluso en medio de aquella oscuridad sofocante, donde su vida pendía de un hilo, Minseok seguía ocupando cada uno de sus pensamientos. Minhyung cerró los ojos, su mente luchando por escapar de la confusión que Minseok le provocaba. Era como si Asmodeus mismo hubiera invadido su alma, alimentando sus deseos más lascivos, su hambre insaciable por aquel chico ingenuo que siempre lo había mirado con tanta devoción.

Minseok. El joven que había sido tan fácil de manipular, tan simple de guiar como una marioneta en manos expertas. Inocente. Alegre. Tan ansioso de complacer, de ser amado. Minhyung se había aprovechado de eso. Y lo había hecho sin remordimiento. ¿Pero ahora?

Ahora lo necesitaba.

Minhyung levantó el teléfono destrozado que había sobrevivido con él, su pantalla rota apenas mostraba las palabras que escribía con dedos temblorosos. Había perdido el contacto con el mundo, pero no con sus informantes en Seúl. Unos mensajes aquí y allá, intercambiados bajo el manto de la clandestinidad, le habían dado pistas suficientes para mantenerse al tanto. Sabía que Donghyun seguía cerca de Minseok otra vez. Sabía que Minseok estaba... cambiando. Y eso lo irritaba más de lo que podría admitir.

El solo nombre "Donghyun" hacía que su pecho ardiera. ¿Cómo era posible que Minseok pudiera siquiera pensar en volver a alguien como él después de todo lo que habían compartido?

Finalmente, envió el mensaje. Breve, pero lo suficientemente cargado de significado para que Minseok lo comprendiera al instante.

"Sigo aquí, y sé que estás con él. Aún me perteneces y aún necesitas redimirte."

El teléfono tembló en su mano por un momento antes de decidirse enviar aquel texto. Minhyung respiró hondo, su cuerpo temblando por el frío y el cansancio. ¿Respondería Minseok?


En su apartamento en Seúl, Minseok miraba su teléfono. Las luces de la ciudad brillaban a través de la ventana, pero todo en su mente se oscureció en cuanto leyó el mensaje. Su corazón dio un vuelco, pero lo sofocó rápidamente. Sabía de quién era, lo reconocía de inmediato. Pese a que Minhyung no firmara con su nombre, el tono, la manipulación implícita... todo le resultaba tan familiar como siempre. Minhyung no había cambiado ni un poco.

El nudo en su estómago se apretó. No podía creerlo. ¿Cómo se atrevía a contactarlo después de tanto tiempo? Después de todo lo que había pasado. Minseok cerró los ojos y por un momento permitió que la emoción de saber de Minhyung se colara en su pecho. Quería contestar inmediatamente. Quería saber dónde estaba. Quería saber si estaba bien. Minhyung siempre había tenido esa capacidad sobre él. Le había enseñado lo que era ser visto, ser deseado, y aunque esa atención había venido con una oscuridad que lo había desgarrado por dentro, todavía una parte de él anhelaba volver a sentirla.

Pero entonces, las imágenes de Donghyun aparecieron en su mente. Donghyun, quien lo había cuidado, quien había regresado por él sin esperar nada a cambio. Donghyun, el chico valiente y decidido que había hecho todo lo posible por proteger a Minseok cuando nadie más lo hacía. Pensó en lo mucho que había herido al chico de ojos grandes en el pasado, cómo su madre había manipulado sus vidas, y cómo él, cegado por su dependencia de figuras como Minhyung, había permitido que aquello sucediera.

Asmodeus ;; Keria x GumayusiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora