EL FIN DEL NUEVO COMIENZO
La muerte... ¿qué se puede decir de ella? ¿Qué puedo decir yo sobre mi relación con ella? Nací siendo un Stark. Mi padre solía decir que la muerte era una vieja amiga de la familia. Mi madre siempre lo regañaba, dándole un fuerte golpe en la cabeza cada vez que lo escuchaba decir esas cosas. Lo que ella no sabía es que, vaya, mi padre tenía razón.
Sus visitas fueron esporádicas en cierta parte de mi vida... hasta Afganistán, donde definitivamente su recurrencia aumentó. Tengo que culparme a mí mismo.
Yo la tenté.
Me puse un traje de hojalata y salí a jugar a ser el héroe que nunca sentí que era. Solo era un hombre intentando con toda su alma corregir sus errores, pero mis errores siempre fueron más grandes que yo. Nunca pude superarlos. Solo creaba más.
Tal vez mi padre también pudo haber dicho que las malas decisiones son de familia. Me habría sentido un poco mejor conmigo mismo. Así que mi decisión dejó de ser corregir mis errores. En su lugar, decidí proteger a la gente que amo de las consecuencias de todas mis malas decisiones.
¿Y cómo me fue en eso? Una palabra: fatal.
Pepper casi muere. Rhodes casi queda parapléjico. Peter... desapareció frente a mí.
Ese fue el último golpe para mi ya nula confianza. Pero, tal vez, mi terquedad, el último gramo que me quedaba para seguir intentando, me impulsó a traerlo de regreso.
Y lo logré. Aunque el costo fue, finalmente, que la muerte me alcanzara.
Me siento un poco mal por haber muerto sin poder ver más a las personas que amo, reunidas al fin... Pero es un precio justo.
Mi vida por la de ellos.
—Bueno, al menos todo estará mejor sin mí... allí. —afirmé, observando el cuarto oscuro donde me encontraba—. Pero esto... ¿en verdad es así el descanso eterno?
Recorrí con la vista el vacío que me rodeaba.
—Me siento un poco estafado... también solo.
Di un par de pasos. No estoy seguro de si realmente estoy avanzando.
—Estoy muy confundido. Nunca he estado tan confundido... ¿Dónde estoy?
Había muerto, ¿no?
Chasquee los dedos. La fuerza de las gemas consumió la mía. Dejé de respirar.
¿Eso contaba como morir?
Mis pasos resonaban en la oscuridad. Pero... no eran los únicos.
Alguien más estaba corriendo.
Aceleré el paso, guiándome por el sonido. Entonces, en medio de la espesa negrura, un destello verde apareció en la distancia.
Pequeño. Como el de la Gema del Tiempo.
—¡Stark! ¿Dónde estás?
No podía equivocarme. Reconocería esa voz en cualquier parte.
—¡Strange!
Grité su nombre y corrí con más fuerza hacia la luz.
¿También murió él?
¿Cómo?
¿Por qué?
La distancia se redujo rápidamente. Y entonces, lo vi.
Stephen Strange corría hacia mí.
—¿Por qué estás aquí? —pregunté, cara a cara con él.
Respiraba agitado, como si hubiera corrido un maratón a toda velocidad. De hecho, pequeñas perlas de sudor adornaban su frente.
—No hay tiempo —respondió sin aliento.
—Pero... —Me detuve. Esto no tenía sentido. —Strange, estamos muertos. Hay mucho tiempo. Bueno, quiero decir... si estás aquí, es porque tú también...
—No.
—¿No qué?
—No. No estoy muerto.
Parpadeé, sin comprender. Si no está muerto, entonces... qué demonios hago yo aquí.
—Bueno, Strange... yo estoy muerto. Sé que estoy muerto. Nadie sobrevive a la fuerza de las gemas. Bueno, alguien humano no.
La expresión de Strange se transformó. Se veía incómodo.
Culpable.
—Lo sé —susurró—. Todos lo vimos.
Tocó su collar con aire de pesar. Por primera vez, sentí que me estaba perdiendo de algo.
—No hay tiempo, Stark. Vine por ti. Tienes que volver.
Definitivamente... no estaba entendiendo nada.
Elevé una ceja. ¿Está bromeando?
—¿Tengo que hacer qué cosa?
—Volver.
—Acabo de morir.
—No.
Gruñí. Me estaba hartando de sus negaciones.
—¿No? ¿No qué?
—Pasaron cinco años.
Me reí.
—¿Cómo voy a volver? ¿Estás loco? ¿En qué cuerpo?
Negué con la cabeza. Si pasaron cinco años, eso significa que mi cuerpo fue cremado hace tiempo.
—No hay manera.
—Lo resolvimos —dijo con firmeza—. Te traeremos de regreso.
Sus ojos... Llevaban el peso del cansancio. De la desesperación. Me tomó de los brazos con fuerza.
—Lo haremos.
—¿De qué demonios me estás hablando, Strange? No entiendo nada.
—No tengo tiempo. Perdí mucho buscándote.
El hechizo... ya casi está completo.
Sus palabras retumbaron en el vacío. Entonces, una espesa niebla roja y verde apareció a nuestros pies.
El sonido de algo fragmentándose ensordeció todo a nuestro alrededor.
—Lo siento, Tony.
Lo miré con el ceño fruncido.
—Tenemos que arreglar este error.
Sus ojos se clavaron en los míos con una determinación inquebrantable.
—Y tú...
Eres la única solución.

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Una vez mas
Ficção AdolescenteQue pasaría si... Stephen Strange, todavía pudiera dar una oportunidad más. Porque sabia que este no era el final. Tony Stark estaba recibiendo un oportunidad más. Embarcate conmigo a una aventura donde Tony volverá al pasado. Pero esta vez haciendo...