hate you to the core || SukuIta

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Advertencias: Abusos emocionales y físicos / N0n c0n explícito / 1nc3st0

No leer si eres sensible. 





Sukuna nunca amó a su hermano menor.

Desde la primera vez que lo vio, a la edad de cinco años, supo que sería una molestia y un estorbo entre él y sus padres.

Jin y Kaori trataron a Yuuji como si fuera una pieza de cristal, frágil y delicado. Ni siquiera lo dejaron verlo o cargarlo cuando regresaron de la clínica después de que la mujer diera a luz. Y aquello extrañamente sólo fortaleció su desapego, como si Sukuna no fuera merecedor de tomar entre sus brazos a un mocoso con días de nacido.


Las semanas pasaron y el bebé inútil que no podía sostenerse por sí mismo, se convirtió en una molestia mayor, gateando y arrastrándose por todos los espacios de la casa, incluida su habitación. Y fue peor cuando aprendió a dar sus primeros pasos, pues pasó de empujar la puerta entreabierta, a abrir y cerrar la manija a su antojo.

Pero tal vez, sólo tal vez, el hecho de que su primera palabra haya sido el nombre de ''kuna', lo hizo sentir una calidez inexplicable. Yuuji lo miró fijamente con grandes ojos marrones, mientras sus delgados y rosados labios balbucearon torpemente su nombre. Pensó en gritar y contarle a sus padres, pero ¿para qué?


Se sintió un poco más liberado y cómodo cuando ingresó a la secundaria, manteniendo su actitud independiente, muy diferente al infantil Yuuji, que parecía no poder vivir sin los ancianos. Sin embargo, cuando éstos decidieron que sería bueno que ambos estén en el mismo colegio, escupió y negó repetidas veces, gritando que le daría mucha vergüenza que se enteren de que son familia, ignorando el hecho de que Yuuji estaba a su lado.


Yuuji nunca entendió el odio de su hermano mayor hacia él.

Pero, por otro lado, Sukuna tampoco lo hizo.


La mirada vivaz y de color marrón, que, puesta al sol, parecía brillar e iluminar todo a su paso, le ponía los pelos de punta. La pequeña nariz, que Yuuji arrugaba en un gesto común y cotidiano, le causaba náuseas. Y odiaba los labios delgados y de un tono rosa fuerte, que se estiraban cada vez que sonreía.

Agradecía ser diferente en ese aspecto, pero detestaba que ambos heredaran el tono de cabello de su padre.


Los años siguieron pasando, y no tardó en irse de su casa.

Quizás era una fobia.

Un miedo.

Una reprensión.

Pero estar cerca de su hermano menor, lo enfermaba.


Tiñó su cabello de negro, pintó varios tatuajes en toda la extensión de su cuerpo, y adornó sus labios y su ceja con piercings plateados.

Ahora se sentía cómodo, claro, extrañaba a sus padres, pero no tendría que estar incómodo cada vez que chocara con Yuuji en la estrecha cocina, o en el ingreso al baño que compartían.

Al diablo. Él estaba bien, estaba feliz y tranquilo, sin ver esa molesta sonrisa estúpida y escuchar su tono de voz infantil y nasal. Estar lejos del mocoso era por mucho, más importante que no ver a sus padres.

All YuujiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora