𝘚𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦 𝘥𝘦 𝘮𝘪 𝘴𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦 || SukuIta

4.8K 273 44
                                    


Advertencias: Underage, muerte de uno de los personajes principales, angst.





"Eres una maldita escoria. Lo fuiste desde el momento en que saliste de la vagina de tu madre, y lo seguirás siendo hasta el día en que me toque matarte... porque te juro que lo haré, Sukuna."

Una sonrisa irónica se dibuja en su atractivo rostro.

"Te dije que no tocaras lo que es mío y fue lo primero que hiciste, pedazo de mierda."

Hay abundante sangre manchando la piel de su torso y brazos, y sus rodillas comienzan a doler, debido a la incómoda posición en la que se encuentra cautivo.

"Siempre lo supe, pero quise creer que serías diferente. Todos dijeron que eras una rata, que esperarías el momento adecuado para traicionarme. A mí, al único que te recogió y no dejó que te pudrieras en la basura al igual que tu madre..."

Madre. Nunca la conoció, nunca tuvo el privilegio de llamar a alguien de esa manera.

"Pero, ¿qué hubiera podido esperar de alguien que ni siquiera fue querido por su propio padre?"

Ve venir el pie del viejo hacia su rostro, pero no hace un mínimo esfuerzo por esquivarlo, después de todo, es lo mínimo que merece.

La sangre vuelve a brotar, ahora, de su nariz y de su labio roto. "Haré que te pudras... te lo juro. Desearás estar muerto."



16 años después.

"¿Qué mierda es esto? ¿Pretendes que coma la misma basura por el resto de mi vida?"

Una mezcla grisácea de frijoles y verduras licuadas está nuevamente sobre el mismo plato sucio, en el que ha estado comiendo.

"¿Al menos podría obtener un poco de agua que no huela a orina?"

Pero, por supuesto, su petición es ignorada.


Han pasado quince años desde que el bastardo de Hiroto lo encontró y lo metió en ese maldito cuarto, como un maldito carcelero.

Las reglas fueron sencillas al principio; proteger al jefe, obedecer al jefe, y no tocar propiedad del jefe, y aunque obedeció fielmente a las dos primeras, no sucedió lo mismo con la segunda.


Sayuri apareció ante sus ojos, como una luz incandescente que iluminó el lugar lleno de bastardos iguales o peores a él.

Una mujer tan hermosa que parecía irreal.

Cabello del color de la miel, ojos marrones almendrados, sonrisa dulce y lo más importante, y la razón por lo cual se encuentra ahora aquí, soportando esta maldita cárcel, su cálida y protectora forma de ser.


No creyó enamorarse en su vida, no pensó que tendría esa oportunidad al conocer lo poco de su niñez y el futuro que le esperaba; sin embargo, con sólo un pequeño cruce de palabras con ella, los sentimientos que afloraron pudieron ser lo más cercano a eso.


No hay noche en la que no piense, o, mejor dicho, en la que no se martirice al recordarla. No quiere imaginarla en los brazos de ese infeliz al que nunca amó, no quiere recordar sus lágrimas y gritos desesperados cuando fueron separados aquella noche en la que los descubrieron juntos, y aún peor, no quiere pensar en lo que ella puede estar viviendo justo ahora.

All YuujiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora